domingo, 31 de marzo de 2013

Separación placer-enseñanza y aprendizaje: un dilema en nuestro tiempo

En Costa Rica es frecuente que se hagan reformas educativas de diverso alcance y fondo, sin que queden claras a la ciudadanía y la comunidad de especialistas en el campo las razones y los objetivos que les subyacen. Tampoco se establecen plazos para obtener resultados, ni mecanismos para evaluar el grado de éxito que se espera con su puesta en práctica. En vista de ello, todo pasa y todo cambia, al menos en principio, pese a que los resultados educativos y la mejora continua del sistema como un todo siguen siendo limitados y, en algunos casos, incluso nulos.

Los avances recientes en investigación en el campo de la Administración Educativa y curricular son claros al mostrar que uno de los principales problemas de las reformas educativas es que suelen ser cortoplacistas y remediales, más que producto de investigación científica de alto nivel, orientada por un enfoque sistémico-complejo del fenómeno educativo. La conclusión evidente de esta suma de desaciertos -que no son baratos ni sencillos de implementar- es que persiste una visión fragmentada y reduccionista del fenómeno educativo que hace que las reformas a gran escala se contradigan entre sí y se "remocen" viejas fórmulas para atender problemas nuevos e inéditos, que exigen una discusión seria y enfoques teórico-metodológicos capaces de ofrecer una perspectiva realista y ajustada a la realidad de la educación contemporánea, entendida como un fenómeno socio-cultural y comunicativo complejo, que involucra factores de índole política, organizativa, personal y social.

Nadie discute en nuestro tiempo que las organizaciones educativas son micro-sociedades, donde convergen personas con diversas características, necesidades e intereses distintos, unidas solo por una meta colectiva que supone la prevalencia del bien común, a partir de la formación de capacidades y conocimientos que permitan a las personas acceder a los principales logros civilizatorios de cada cultura, cuyo propósito último es favorecer el desarrollo personal y colectivo. Este proceso involucra, entonces, más que la adquisición de conocimientos científicos y culturales socialmente relevantes, pues supone la conformación paralela de la personalidad y la articulación e interiorización de valores coherentes con los principios básicos de la convivencia humana y el desarrollo social. De esta manera, la Educación tiene una tarea titánica en nuestro tiempo, y para llevarla a cabo cuenta con recursos escasos, poco apoyo ciudadano y gubernamental, y con la intromisión permanente de una gigantesca industria del entretenimiento a escala planetaria, que supera en mucho las propuestas educativas por alcanzar gusto y placer a través del proceso de enseñanza y aprendizaje formal.

Una propuesta sociocultural basada en el disfrute inmediato, donde la maximización del placer y la satisfacción de deseos es precondición del éxito de los bienes y servicios disponibles en el mercado, obliga a repensar la Educación en esa dimensión, con el agravante de que históricamente se consideró al disfrute y el placer en los centros educativos como un problema y un mal que había que extirpar con una severa disciplina y una organización del currículum densa, rígida y obligatoria, donde el estudiantado tenía que sobrevivir con estoicismo y, además, ganar exámenes aterradores, cuyo resultado marcaba para siempre el futuro y calidades de cada persona: intelectuales primero; laborales y socioeconónicas después. Un sistema educativo donde el supuesto es que aprender es algo muy serio y, en consecuencia, poco placentero y gratificante es la impronta de la Educación desde la Edad Media hasta nuestros días. Si les parece que exagero, revisen sus propias experiencias como estudiantes en primaria, secundaria y la educación superior y hagan un balance entre el placer y el sufrimiento que experimentaron en ellos... 

La separación placer-enseñanza y aprendizaje es un problema de fondo de la educación de nuestro tiempo y más allá de la lúdica y la posibilidad de aprender haciendo, trabajar en equipo y aprender con base en problemas, con o sin computadoras de por medio, sigue sin respuesta la pregunta de cómo integrar al currículo la felicidad y el deseo de aprender de docentes y estudiantes, y se mantiene la incógnita sobre qué tipo de organizaciones educativas se requieren para ello, y qué funciones y características deben tener las personas que tengan a su cargo la impostergable tarea de lograr esta transformación de fondo y forma en la Educación contemporánea.

Lo único que parece estar claro es que las viejas fórmulas y la tradición burocrática, con currículos conductistas -pese a las persistentes referencias a propuestas constructivistas- recargados de contenidos e indiferentes a las necesidades e intereses de docentes y estudiantes son incapaces de lograr un auténtico cambio de la Educación en la dirección correcta que requiere nuestro tiempo. También, está claro que el incremento y potencial de las nuevas tecnologías para acceder a contenidos de interés a través de Internet de manera fácil, rápida y gratuita, generalmente asociados al entretenimiento, disponibles para las personas de todas las edades e intereses, tiene en jaque al sistema educativo, que lejos de ir en la dirección correcta endurece sus posturas ortodoxas y tradicionalistas.  

La toma de decisiones deber ser consecuente con los objetivos propuestos; pero, debido a la falta de claridad política y de compromiso auténtico con la sociedad costarricense de las autoridades del Ministerio de Educación Pública, así como de las universidades públicas y privadas que forman formadores(as) y se encargan de la mayor parte de la inversión en investigación en el campo educativo, ella se hace con base en visiones fragmentadas de la realidad educativa que se pretende cambiar y mejorar. Mientras estas instancias no coordinen entre sí, es probable que la tendencia a tomar decisiones y hacer reformas parciales para "apagar incendios" persista. Mientras no haya un panorama general claro, realista y científicamente explorado de la realidad educativa nacional, es probable que tampoco se utilicen de manera más eficiente y efectiva los recursos disponibles para la educación pública. 

El avance científico contemporáneo deja sin excusas la mala toma de decisiones en Educación. Corresponde a la ciudadanía y a una academia independiente, crítica y socialmente responsable develar ante la sociedad costarricense los desaciertos y los rumbos posibles para que el país, finalmente, cuente con un sistema educativo público capaz de un salto cualitativo que nos aleje de un futuro en el que nadie quiere estar, como es el presente de un país como México, espejo para toda América Latina y el mundo de lo que pueden acarrear la negligencia, la corrupción y la ausencia de un proyecto-país que busque el desarrollo para todas las personas, sin excepciones en razón de la clase social, el abolengo político, la etnia, la edad o el género. Al respecto, les recomiendo la lectura del documento  Peña Nieto’s Challenge: Criminal Cartels and Rule of Law in Mexico.

Yo no quiero que Costa Rica se convierta en un Estado fallido, regido por el crimen organizado, donde la ciudadanía se enfrente en soledad al horror de una economía perversa sin control y sin ningún otro objetivo que la ganancia fácil, a cualquier precio. El informe del International Crisis Group es revelador y les recomiendo también que revisen este sitio Web, donde se ofrece un panorama muy distinto de América Latina al que ofrecen los medios de comunicación tradicionales, y se pone en evidencia que la investigación seria y responsable son capaces de explicar y comprender los problemas que nos aquejan como región y como países. Ojalá revisen los informes disponibles en español e inglés y que sus alternativas de solución sean consideradas por nuestros gobiernos. ¿Qué les parece?

 

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