domingo, 30 de noviembre de 2014

¿Quiénes se benefician con una mala educación pública?

Es común que se mantenga un discurso en "positivo" de la Educación pública, haciendo referencia a sus beneficios e importancia en el desarrollo personal, socioeconómico, cultural y democrático de los pueblos; no obstante, el "otro lado" de ese discurso ofrece la oportunidad de llevar la reflexión a otros niveles, debido a que, lamentablemente, el tema suele politizarse desde diferentes posturas ideológicas y llevarse a niveles demagógicos que rayan entre el cinismo y el idealismo ingenuo.

Desde la década de 1980, con la reversión del Estado Benefactor o Estado de Bienestar, en los países en vías de desarrollo e, incluso, en países desarrollados que habían mostrado una vocación socialdemócrata en su historia desde la Era Industrial, el financiamiento de la educación pública se ha visto seriamente amenazado y cuestionado por sectores y grupos de presión internos y externos. En general, el discurso que lo cuestiona plantea que ella conlleva costos excesivos para el Estado que no se deben financiar con recursos públicos, tradicionalmente, provenientes de la recaudación de impuestos; en consecuencia, éstos deben ser asumidos por las personas a título privado.

Con el fortalecimiento de las tesis capitalistas y liberales originales en los últimos 40 años, conocidas como "neoliberalismo", el tema de las cargas impositivas que suponen los impuestos ha cobrado fuerza y los grupos económicos privados pequeños y poderosos presionan a los gobiernos para que los exonere del pago de impuestos, a partir del argumento de que ellos constituyen un freno a la economía de mercado y una distorsión a sus principales fuerzas: la oferta y la demanda. Este debate abrió la discusión entre bienes y servicios de interés público y privado, y las implicaciones que su definición tiene en términos de quiénes deben asumir los costos de producción y, por ende, de quienes tienen acceso a ellos y sus beneficios.

Desde sus orígenes en la Era Industrial, la Educación se consideró un bien público y, por consiguiente, de interés y responsabilidad directa del Estado. Al ser concebida de esa forma, debe financiarse por medio del pago de impuestos y tutelarse a través de un marco jurídico específico y articulado, capaz de garantizar el acceso y la calidad de la formación, desde preescolar hasta la universidad. Desde este punto de vista, se la considera obligatoria, está normada en materia docente, curricular y académica, y los títulos que otorga son de reconocimiento público.

El deterioro progresivo en el financiamiento de la Educación pública obedece a la fuerza creciente de la tendencia ideológico-política neoliberal, que socaba las bases de la calidad, pertinencia y equidad de los servicios públicos en general y de la educación pública en particular. Esto ha generado varios fenómenos de índole perversa, como los siguientes:

  1. Los sectores más pobres y, en consecuencia, las poblaciones más vulnerables son las menos escolarizados; entre ellas, quienes acceden a la educación pública en el nivel de primaria y secundaria, se forman con baja calidad académica por las características del personal docente que se les asigna y las condiciones de infraestructura educativa limitada; en particular, los sectores rurales, indígenas y urbanomarginales. Evidencias de esto se encuentran los informes I, II, III y IV del Estado de la Educación.
  2. Las presonas que egresan del sistema de educación pública tienen menos oportunidades de acceso y permanencia en el sistema de educación superior pública; razón por la cual, es la población que mayor endeudamiento presenta para financiar carreras en el sistema de educación superior privada. En el caso de Costa Rica, la Comisión Nacional de Préstamos para Educación (CONAPE) evidencia los perfiles de la población que aplica por créditos para finaciar la educación superior privada. Esto implica que una gran parte de la población costarricense de menores ingresos debe pagar sus estudios universitarios mediante créditos personales y queda excluida de los beneficios de la educación pública.
  3. La población estudiantil proveniente de las familias de más altos ingresos se ve especialmente beneficiada con el sistema de admisión y las becas de las universidades públicas, generalmente, por su excelente rendimiento académico, lo que implica que la sociedad costarricense financia en buena medida la educación superior de los sectores sociales más ricos de la población.
  4. Mientras los sectores más ricos de la población proceden, en su mayoría, de instituciones de secundaria privadas, una buena parte accede a la educación superior pública que, generalmente, implica costos menores que la enseñanza secundaria para las familias. Lo contrario ocurre con la mayoría de la población graduada de la secundaria pública, pues al no acceder a la educación superior pública, deben pagar sus estudios superiores con rentas propias o créditos personales.
  5. En Costa Rica, la calidad de las universidades públicas supera en muchos casos la oferta educativa del sector privado, pero ocurre lo contrario en educación media, donde el ámbito privado supera ampliamente la calidad, rendimiento académico y promoción del estudiantado si se le compara con el público.
Como pueden observar, estas paradojas perversas impactan de manera decisiva las oportunidades de acceso y permanencia en la educación superior pública de sectores sociales muy distintos: la población más rica y la más pobre y vulnerable. Pero, entonces, ¿a quién beneficia una mala educación pública? Esta pregunta es difícil hacerla, pero es fácil de responder. La mala educación pública beneficia a la economía perversa o sumergida (trafico de personas, armas y drogas, contrabando de bienes de consumo), las migraciones irregulares de personas en busca de mejores oportunidades de empleo, que contribuyen al deterioro cada vez mayor de las condiciones del trabajo y los salarios, favoreciendo la contratación de mano de obra calificada y no calificada barata. La baja escolaridad también beneficia a los políticos y gobiernos corruptos, y contribuye de manera significativa a la economía informal, donde no se pagan impuestos, pero tampoco se accede a los beneficios de la seguridad social.

Lo trágico del discurso neoliberal sobre el cobro de impuestos y la ideología que le subyase conlleva la destrucción del balance de ingresos y egresos del Estado, que se traduce en deterioro sistemático de la calidad de vida de todos los sectores sociales. Paradójicamente, nadie se beneficia cuando no se pagan impuestos: los sectores más pobres se empobrecen aún más y los más ricos, pese a que incrementan sus ingresos, ven disminuidas sus ganancias porque deben invertir más recursos en seguridad privada, pues se vuelven más vulnerables a los robos y otros delitos de esa naturaleza. Si el estado no hace una adecuada distribución de la riqueza, la lógica social perversa inclina la balanza de manera delictiva y destruye el tejido social que hace reproducibles los sistemas sociales. El crimen organizado involucra muchos sectores económicamente poderosos, pero se nutre de cuadros y recursos humanos que proceden de los estratos sociales más bajos y con menor nivel educativo.

Los grandes ganadores de la mala educación pública son odiados y repudiados por todos, y alimentan las pesadillas más horrorosas de nuestro tiempo, poniéndole al apocalipsis en ciernes tonos de retorno a la barbarie y reversión de todos los logros civilizatorios de los que hoy nos sentimos francamente orgullosos. No obstante, somos sus cómplices indiferentes, mientras disfrutamos del fútbol nacional e internacional, y creemos que el mundo es como debe ser y que nada de lo que hagamos podrá cambiar el signo de nuestros tiempos.

Lo más irónico del discurso contemporáneo en torno a los impuestos es que sin ellos el Estado de Derecho y todo lo que hoy conocemos como civilización posmoderna no es viable... Sigo sin entender cómo pretenden algunos políticos, empresarios y una buena parte de la ciudadanía financiar la educación, la salud, la infraestructura y la seguridad pública... Si encuentran la respuesta, por favor, háganmela saber... ¿Qué les parece?