Como comentamos en entregas anteriores, la creatividad ha ganado interés en diversos ámbitos de la sociedad contemporánea, particularmente, en el campo de la educación. En la Sociedad de la Información y el Conocimiento (SIC) la producción de ciencia y tecnología se volvió crucial para dar sostenibilidad a un concepto nuevo de desarrollo económico, basado en la innovación e invención de productos y servicios para ampliar y abrir nuevos mercados. De ahí, la relación que se estableció entre creatividad e innovación, en particular, en el sector productivo. Desde la segunda mitad del siglo XX, las grandes empresas y los diferentes sectores industriales relevantes invierten cantidades importantes de dinero en Investigación y Desarrollo (I+D), pues de ello dependen sus ganancias y posicionamiento en el mercado global.
La palabra innovar, etimológicamente, procede del latín: innovāre, y significa “mudar o alterar algo, introduciendo novedades”. La innovación tiene como objetivo o finalidad generar transformaciones en procesos, cosas, productos, procedimientos, artefactos, mentefactos, servicios, entre otros. Por esta razón, requiere del concurso de sistemas sociales que favorezcan la generación de esas transformaciones, en situaciones concretas; es decir, implica un contexto que ofrezca las condiciones financieras, materiales, organizativas y socioculturales necesarias para la producción de nuevos conocimientos y sus aplicaciones comerciales (Maidagán, Ceberio, Garagalza, Arribazalaga, 2009).
Por sus características, la innovación es costosa; pero, como contraparte, abre posibilidades casi inmediatas de recuperación de la inversión. De hecho, la clave del éxito en la economía contemporánea es C+T+i (Ciencia + Tecnología + innovación). Los países que invierten más en ciencia y tecnología, tienen mayores probabilidades de generar innovación. Las diferencias en inversión en estos rubros tienen consecuencias… Observen los siguientes datos:
[La inversión en C+T+i en] Estados Unidos es el 2,8% del PIB; en Japón el 3%; en la Unión Europea el 2,3%; en China el 2%, en Israel el 4%; en Corea y Singapur el 3%. Incluso, en Latinoamérica, Chile tomó la decisión de pasar del 0,7% al 1%, y Brasil, que en 2006 llegó al 1,2%, invertirá 28.000 millones de dólares hasta el 2010 para alcanzar el 1,5%. (Referencia)
En nuestro país, un estudio del Ministerio de Ciencia y Tecnología (MICIT) reveló que en 2006 se invirtió 1,26% y en 2007 1,24% del PIB. En ese último año equivalió a 326,87 millones de dólares, que se distribuyeron de la siguiente forma: "El sector académico se destaca como el de mayor inversión en actividades científicas y tecnológicas, con 58,8%; mientras que el área pública representó 22,4%, el sector privado 15,3% y las organizaciones sin fines de lucro 3,4%" (Referencia).
No obstante, según ese mismo informe, para esos años la inversión en I+D fue de 0,39% y 0,32% respectivamente, lo que indicaría que todavía estamos en franca desventaja frente a los países desarrollados. Máxime si se considera el monto del PIB real de ellos frente al nuestro; por ejemplo, el PIB estimado para Estados Unidos en 2007 fue de $13,160,000,000,000 y el de Costa Rica sólo de $21,390,000,000 (Referencia).
Así las cosas... si tomamos en consideración las dos entregas anteriores de este blog, debemos concluir que innovación y creatividad no son lo mismo, pese a que se relacionan. De hecho, la invención está más vinculada a la creatividad como tal, porque depende en mayor medida de la actividad individual que de la infraestructura creada para la innovación (Velasco, 2007).
Es de esperar que quienes hacen grandes inversiones en I+D consideren seriamente a qué tipo de personas contratan para ello. Personas profesionales de alto nivel, con posgrado y reconocidos méritos en investigación son candidatas típicas para puestos de esa naturaleza.
Desde esta perspectiva, a qué nos referimos en educación cuando hablamos de promover la creatividad y la innovación en las aulas... ¿Qué significan "creatividad" e "innovación" en el ámbito educativo? ¿Qué opinan?
Referencias bibliográficas
Maidagán, María, Caberio, Iñaki, Garagalza, Luis y Arrizabalaga, Gotzon. [Eds.]. (2009). Filosofía de la innovación. El papel de la creatividad en un mundo global. Madrid: Plaza y Valdés.
Velasco, Patricia. (2007). Psicología y creatividad: una revisión histórica (Desde los autorretratos de los genios del siglo XIX hasta las teorías implícitas del siglo XX). Caracas: Universidad Central de Venezuela.