El Partido Acción Ciudadana (PAC) ganó las elecciones el pasado 6 de abril en segunda ronda electoral. En una campaña inédita, marcada por una ruptura con la forma de hacer política que prevaleció en el país en los últimos 30 años, el pueblo costarricense optó por darle la oportunidad de gobernar a un partido relativamente nuevo y ajeno en su constitución a la marca histórica de la Revolución Civil de 1948.
En un escenario donde politólogos, economistas y otras personas expertas en el campo de las Ciencias Sociales confesaban no tener respuestas para pronosticar cómo terminaría la contienda electoral, hubo consenso en la tesis de que la ciudadanía quería un cambio sustancial con respecto de las prácticas y desempeño de los partidos tradicionales, en particular, del que había tenido el poder los últimos ocho años: Liberación Nacional.
El país, malherido por la corrupción generalizada, la penetración de la economía perversa, la mala gestión estatal y la crisis manifiesta en áreas estratégicas como infraestructura vial, salud, educación, seguridad ciudadana, desarrollo económico sostenible y reducción de la pobreza, pasó a manos del nuevo gobierno en medio de una huelga total del Magisterio Nacional, producto de la pésima implementación de un nuevo sistema informático de pago de salarios; situación que resulta inconcebible a estas alturas del desarrollo del software y del uso generalizado de este tipo de sistemas que, ciertamente, deja muchas dudas y sospechas que van desde la incompetencia y la negligencia administrativa hasta la conspiración, dependiendo de qué tan perspicaz sea cada quien…
Resulta innegable que el nuevo gobierno comienza con serios problemas heredados de dos pésimas administraciones del partido Liberación Nacional: Arias Sánchez (2006-2010) y Chinchilla Miranda (2010-2014), donde la infraestructura vial y los sectores educación y salud son los primeros intervenidos por parte de las nuevas autoridades. Estos hechos, así como otros tantos, enfrentan a una ciudadanía desencantada, que de regreso a la realidad cotidiana y más allá de la fase mágica del proceso electoral, donde las ilusiones y esperanzas de un buen gobierno resurgieron, se topa con la triste realidad de un país destartalado y en una crisis total profunda, cuyas instituciones enfrentan serios problemas de gestión y corrupción que demandan una atención cuidadosa, pero contundente de la nueva administración.
Ante estos hechos, es evidente que la tarea del nuevo gobierno no es fácil en ningún sentido y creo que esta administración ya marca –y marcará aún más– la historia nacional, pues tiene la tarea de revertir macrotendencias políticas, ideológicas y socioeconómicas distorsionadas entronizadas, cuya factura política se le pasa en forma temprana por parte de los gremios, grupos de presión e incluso en la Asamblea Legislativa, donde viejas y añejas figuras de la política nacional ocupan curules y se enfrentan para obstaculizar el avance del país. Así las cosas, una labor de por sí compleja, se complejiza aún más y desafía al gobierno a enfrentar fenómenos no deseados y no previstos en distintos niveles que le van a restar tiempo, recursos y energía a la atención de los graves problemas nacionales.
Como mencionamos, la educación pública es uno de los sectores más socavados y malheridos del país y su mejora atraviesa todo el sector, desde las condiciones laborales y salariales del magisterio hasta la política educativa, el currículo y las transformaciones en la enseñanza y el aprendizaje necesarias para revertir los problemas endémicos de la deserción y el bajo rendimiento académico; ambos fenómenos evidencias innegables de la pérdida sostenida de calidad, pertinencia y equidad del sistema de educación nacional en las últimas décadas.
En espera de que la nueva administración logre empezar a trabajar en su programa de gobierno pronto, aprovecho esta ocasión para enumerar algunos aspectos de la propuesta del PAC, orientados a garantizar una educación de calidad, donde destacan los siguientes:
- Creación de centros educativos de primera calidad en las zonas de mayor pobreza, para utilizar la educación como mecanismo de movilidad social.
- Centros Comunitarios Inteligentes (CECI) para aumentar el acceso a la Internet.
- Atención a las personas con necesidades educativas especiales y población talentosa.
- Convivencia en los centros educativos y atención a la violencia entre el estudiantado.
- Atención integral de los problemas de deserción, bajo rendimiento académico y repitencia.
- Alfabetización tecnológica.
- Aseguramiento de la calidad de la educación pública y privada.
- Revisión de los sistemas de formación, selección, reclutamiento y evaluación del personal docente.
- Despolitización de la educación pública.
- Flexibilización curricular y articulación del sistema.
- Enfoque pedagógico constructivista.
- Fortalecimiento de la enseñanza de una segunda lengua.
- Infraestructura educativa: mejor ejecución presupuestaria, aumentar el presupuesto y mejorar la gestión en esta materia:
- Priorizar la inversión del 1% en calidad de la infraestructura, construcción y estrategia de mantenimiento.
- Cubrir al menos el 65% del déficit actual en infraestructura escolar en 4 años.
- Agilizar los procesos de contratación de obras.
- Capacitación a las Juntas de Educación.
Esta propuesta, en términos generales, muestra que el nuevo gobierno tiene claramente identificadas las principales debilidades del sistema educativo nacional, y también que para solventarlas se requiere de un abordaje paralelo de problemas nacionales como: la corrupción, el desarrollo económico sostenible y la reducción de la desigualdad socioeconómica y de oportunidades.
Dentro de la complejidad que entraña la propuesta general, creo que los siguientes componentes son fundamentales para lograrla:
Dentro de la complejidad que entraña la propuesta general, creo que los siguientes componentes son fundamentales para lograrla:
- Revisión de los sistemas de formación, selección, reclutamiento y evaluación del personal docente.
- Despolitización de la educación pública.
- Flexibilización curricular y articulación del sistema.
- Enfoque pedagógico constructivista.
Es innegable que la formación del personal docente, tanto la inicial como en servicio, es clave para garantizar la calidad de la educación pública, pero es insuficiente si no se la acompaña de claridad pedagógica y de la respectiva transformación del currículo y el encadenamiento lógico del sistema de formación, desde preescolar hasta la educación superior, que ello implica. La propuesta del enfoque pedagógico constructivista supone una transformación tan radical y profunda, que requiere del concurso de todos los sectores involucrados: universidades públicas y privadas, el Ministerio de Educación Pública (MEP), el sector productivo y, por supuesto, la sociedad como principal interesada y beneficiaria de esa transformación, que pondría a Costa Rica a la altura de los tiempos en materia educativa.
Como requisito de la contratación y el adecuado desarrollo profesional del profesorado y quienes tienen a su cargo la administración del sector educativo está la evaluación del desempeño, pues es el único mecanismo que permite identificar debilidades, fortalezas y, en consecuencia, áreas de mejora.
El MEP no puede ser un botín político, sino uno de los ministerios más especializados y de mayor capacidad y competencia profesional del país. Su despolitización es una condición indispensable para implementar cualquier mejora, independientemente del enfoque pedagógico de que se trate.
Ahora bien, el cambio propuesto es tan radical que requiere de la redacción de una política educativa nueva y, lo más difícil, de su implementación a escala nacional. Desde esta perspectiva, el gobierno no puede hacer estos cambios en aislamiento y soledad… debe buscar las vinculaciones necesarias con los sectores mencionados, para dejar las bases para que el proceso comience, que tomará al menos una década en estar listo para beneficio del país. Como verán, este gobierno tomó la dura y responsable decisión de invertir recursos y trabajo en un proyecto que no rendirá frutos políticos en el corto plazo, pero que marcará el destino del país en los próximos 50 años y, en consecuencia, en el futuro de nuestra nación.
La valentía y la decisión del nuevo gobierno nos ofrecen una oportunidad que no podemos dejar pasar como país ni como testigos y protagonistas del momento histórico que nos corresponde vivir. Ahora, lo que queda por ver es si como ciudadanas y ciudadanos le daremos el apoyo necesario a la nueva administración, y si los sectores históricamente responsables de estas transformaciones están dispuestos a asumir la cuota de responsabilidad y de trabajo que les corresponde. Tengo la esperanza de que la sabiduría de nuestro pueblo al apostar por el cambio en las pasadas elecciones, también se exprese en el apoyo que la educación nacional requiere ante un proyecto lúcido, coherente y posible. ¿Qué les parece?
Como requisito de la contratación y el adecuado desarrollo profesional del profesorado y quienes tienen a su cargo la administración del sector educativo está la evaluación del desempeño, pues es el único mecanismo que permite identificar debilidades, fortalezas y, en consecuencia, áreas de mejora.
El MEP no puede ser un botín político, sino uno de los ministerios más especializados y de mayor capacidad y competencia profesional del país. Su despolitización es una condición indispensable para implementar cualquier mejora, independientemente del enfoque pedagógico de que se trate.
Ahora bien, el cambio propuesto es tan radical que requiere de la redacción de una política educativa nueva y, lo más difícil, de su implementación a escala nacional. Desde esta perspectiva, el gobierno no puede hacer estos cambios en aislamiento y soledad… debe buscar las vinculaciones necesarias con los sectores mencionados, para dejar las bases para que el proceso comience, que tomará al menos una década en estar listo para beneficio del país. Como verán, este gobierno tomó la dura y responsable decisión de invertir recursos y trabajo en un proyecto que no rendirá frutos políticos en el corto plazo, pero que marcará el destino del país en los próximos 50 años y, en consecuencia, en el futuro de nuestra nación.
La valentía y la decisión del nuevo gobierno nos ofrecen una oportunidad que no podemos dejar pasar como país ni como testigos y protagonistas del momento histórico que nos corresponde vivir. Ahora, lo que queda por ver es si como ciudadanas y ciudadanos le daremos el apoyo necesario a la nueva administración, y si los sectores históricamente responsables de estas transformaciones están dispuestos a asumir la cuota de responsabilidad y de trabajo que les corresponde. Tengo la esperanza de que la sabiduría de nuestro pueblo al apostar por el cambio en las pasadas elecciones, también se exprese en el apoyo que la educación nacional requiere ante un proyecto lúcido, coherente y posible. ¿Qué les parece?