lunes, 7 de abril de 2008

Inconsistencias filosófico-teóricas de la política educativa vigente y sus implicaciones para el cambio y la innovación en la enseñanza y el aprendizaje

En las últimas cumbres mundiales sobre la Sociedad de la Información (Ginebra 2003, Túnez 2005), se señalaron condiciones elementales para alinear la educación del siglo XXI a las demandas educativas de nuestro tiempo. Entre ellas se propuso que:
  1. Se deben adaptar todos los programas de estudio de la enseñanza primaria y secundaria al cumplimiento de los objetivos de la Sociedad de la Información, teniendo en cuenta las circunstancias de cada país.
  2. Es necesario asegurar que todos los habitantes del mundo tengan acceso a servicios de televisión y radio.
  3. Se debe fomentar el desarrollo de contenidos e implantar condiciones técnicas que faciliten la presencia y la utilización de todos los idiomas del mundo en Internet.
  4. Es indispensable lograr que el acceso a las TIC esté al alcance de más de la mitad de los habitantes del planeta.
La primera de ellas hace referencia a la necesidad de adaptar los programas de estudio de la enseñanza primaria y secundaria al cumplimiento de los objetivos de la Sociedad de la Información, en particular las relacionadas con la brecha y la alfabetización digital. No se puede alinear la educación contemporánea con las demandas sociales actuales sin una debida revisión y transformación de la visión filosófica, la estructura curricular y los planes de estudio de primaria y secundaria.

En atención a las macrotendencias globales que se hicieron manifiestas entre las décadas de 1980 y 1990, casi una década antes de las cumbres citadas, Costa Rica hizo avances significativos en educación respecto de la incorporación a la enseñanza de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). También, en 1994 se revisó la visión y fundamentos de la educación costarricense, con el propósito de adecuar el rumbo del sistema educativo nacional para satisfacer las demandas educativas emergentes, propias de la sociedad globalizada de inicios de la década de 1990, regida por el conocimiento y la información. Ese proyecto se denominó Política Educativa hacia el Siglo XXI y constituye el marco filosófico, pedagógico y administrativo de la educación costarricense desde el 8 de noviembre de 1994, cuando fue aprobada por el Consejo Superior de Educación en la sesión No. 82-94.

Los propósitos y objetivos de la Política Educativa hacia el Siglo XXI son los siguientes:
  1. Convertir la educación en el eje del desarrollo sostenible.
  2. Cerrar las brechas existentes entre la calidad de la educación que reciben los estudiantes de las áreas urbanas y rurales y eliminar la diferenciación entre las instituciones educativas de las áreas urbanas marginales y no marginales.
  3. Formar recursos humanos que eleven la competitividad del país necesaria para triunfar en los mercados internacionales.
  4. Fortalecer valores fundamentales que se han ido perdiendo con el pasar del tiempo.
  5. Fortalecer la educación técnica y científica a la par de la deportiva y la cultura como forma de estimular el desarrollo integral de los estudiantes.
  6. Hacer conciencia en los individuos acerca del compromiso que tienen con las futuras generaciones procurando un desarrollo sostenible económico y social en armonía con la naturaleza y el entorno en general. (http://www.mep.go.cr/acerca_del_mep/politica_educativa.html#)
En cuanto a su trasfondo filosófico se señalan tres componentes que tienen implicaciones epistemológicas y se emplean en un sentido amplio respecto del curso de la historia del pensamiento occidental, que encuentra sus raíces en los aportes de la Grecia antigua y han evolucionado desde la Edad Media hasta hoy (http://www.mep.go.cr/acerca_del_mep/politica_educativa.html): el Humanismo, entendido como la posición filosófica donde se considera que la persona está “… dotada de dignidad y valor, capaz de procurar su perfección mediante la realización de los valores estipulados en la legislación educativa, tanto los de orden individual como los de carácter social” (idem).

El Racionalismo, según el cual se considera que el “… ser humano está dotado de una capacidad racional que puede captar objetivamente la realidad en todas sus formas, construir y perfeccionar de continuo los saberes y hacer posible el progreso humano y el entendimiento entre las personas” (idem). Y, finalmente, el Constructivismo, que propone que “… la educación debe partir desde la situación cognoscitiva del alumno de su individualidad, de sus intereses e idiosincrasia, por lo que debe reconocer la cultura específica del alumno con sus respectivas estructuras de conocimiento ya formadas y emprender una acción formativa del alumno y del conocimiento que los transforma mutuamente" (Idem).

Si bien se aclara en el texto de la política educativa vigente que se hace uso de esos términos en sentido “amplio”, me parece importante hacer una acotación de sus significados filosóficos y epistemológicos de fondo, ya que ello tiene implicaciones teóricas y, en consecuencia, en el currículo, la práctica pedagógica y la gestión de la educación.

En términos generales, el Humanismo se inscribe dentro de las corrientes filosóficas que tienen como propósito entender la naturaleza y la existencia humana. En la Era Moderna destacan en ese enfoque dos corrientes filosóficas: la Fenomenología y el Existencialismo. Según la primera, los seres humanos actúan gracias a sus percepciones subjetivas, por lo que no responden al ambiente tal cual es, sino solo respecto de lo que están en condiciones de percibir y comprender. La segunda propone que “… el ser humano va creando su personalidad a través de las elecciones o decisiones que continuamente toma ante las distintas situaciones y dilemas que se le presentan en la vida” (Hernández, 1998 p. 102).

Por su parte, el Constructivismo es una postura epistemológica que orienta diversas teorías de la psicología del aprendizaje: el paradigma cognitivo, el psicogenético y el sociocultural. Según la epistemología constructivista el ser humano tiene un papel activo en el proceso de conocimiento, ya que la información que provee la realidad no es suficiente para que el sujeto realmente conozca. Para que ello ocurra, la información del mundo debe ser procesada e integrada al marco de referentes conceptuales que la persona posee, y sólo entonces le es útil para resolver problemas. El conocimiento no es producto de condiciones innatas dadas, como proponen los racionalistas ni es el resultado de la acumulación de experiencias sensibles, como postulan los empiristas.

El constructivismo presupone una interacción entre el sujeto que conoce y el objeto por ser conocido, como propone la epistemología kantiana, pero supera esta perspectiva porque agrega a la relación de conocimiento la actividad del sujeto en un contexto social e histórico dado. Desde esta perspectiva, el conocimiento es una construcción que el sujeto realiza gracias a su herencia biológica y a sus vínculos sociales, con base en los cuales construye, paralelamente, su psique y la personalidad.

El conocimiento se construye gracias a la acción física y mental del sujeto sobre el objeto. En ese proceso ambos se transforman: el sujeto amplía sus estructuras y referentes conceptuales sobre el objeto, que se complejiza y abre nuevos problemas, preguntas y enigmas. Por un lado, el sujeto gana conocimiento; por el otro, el objeto presenta nuevas fases desconocidas y así avanza el conocimiento como tal.

Uno de los problemas que presenta el uso de concepciones filosóficas distintas en un mismo proyecto educativo es que en ellas subyace una postura epistemológica, es decir, una teoría de cómo conoce el ser humano y esto no es trivial en el ámbito de la educación. Si se comparan las posiciones epistemológicas que sustentan las teorías sobre el aprendizaje de las psicologías, conductista, cognitiva, psicogenética y humanista, encontramos que hay diferencias importantes entre ellas, porque tienen posturas epistemológicas distintas, cuyas divergencias son irreconciliables.

Cada teoría de la psicología tiene un enfoque diferente del objeto de estudio y, en consecuencia, del problema que entraña la educación, el rol del educador o educadora y del estudiantado. Esto, a su vez, tiene implicaciones en la práctica pedagógica, la adquisición del conocimiento y en la evaluación de los aprendizajes, como lo muestra el cuadro No. 1, donde se puede observar que el Racionalismo, el Humanismo y el Constructivismo tienen fundamentos epistemológicos distintos y que ello afecta el modelo educativo que proponen en su totalidad.

Incorporamos el modelo conductista en el cuadro No. 1, porque creemos que, conjuntamente, hay un problema más serio en el fondo epistemológico, teórico y práctico del sistema educativo nacional que tiene que ver con la mezcla —probablemente no deseada y no prevista—, de teorías educativas opuestas: el conductismo y el constructivismo. El conductismo sería incompatible, también, con el concepto de ser humano, de conocimiento y de realidad de las posiciones racionalista y humanista.

Cuadro No. 1
Cuadro comparativo de los paradigmas Conductista, Cognitivo, Psicogenético y Humanista
Componentes del paradigma
Paradigma Conductista
Paradigma cognitivo
Paradigma psicogenético
Paradigma Humanista
Problemática
Estudio de la conducta observable
Estudio de las representaciones mentales
Estudio de la psicogénesis del conocimiento
Explicar y comprender a la persona
Fundamentos epistemológicos
Empirismo
Racionalismo
Constructivismo, interaccionismo y relativismo
Fenomenología y Existencialismo
Supuestos teóricos
Modelo estímulo-respuesta y el determinismo del ambiente en la conducta.
Modelos de procesamiento de información y de representación del conocimiento.
Teorías de los estadios y la equilibración.
El ser humano es una totalidad que excede a la suma de sus partes.
El ser humano posee un núcleo central estructurado.
El ser humano tiende en forma natural hacia su autorrealización.
La persona es en un contexto humano.
El ser humano es consciente de sí mismo y de su existencia. 
El ser humano tiene facultades para tomar decisiones. 
El ser humano es intencional.
Prescripciones metodológicas
Metodología
experimental inductivista.
Inferencia de los procesos y representaciones inobservables.
Método clínico-crítico
El enfoque holista, la comprensión empática, el enfoque dialógico, la conciencia del “aquí y el ahora”, y la heurística.
Proyecciones de aplicación en educación
Arreglo adecuado de las contingencias de reforzamiento, con el fin de promover con eficiencia el aprendizaje.
La educación es un proceso sociocultural de transmisión de saberes y contenidos valorados culturalmente.
La actividad auto-estructurante y constructiva del alumno tiene un lugar protagónico y central en las actividades educativas.
Modelos educativos que promueven una educación integral y el desarrollo de la persona, como los que enfatizan un cambio en el desarrollo de los estudiantes, los modelos de autoconcepto, modelos de sensitividad y orientación grupal, modelos de expansión de la conciencia, entre los más importantes.
Fuente: Hernández, G. (1998)

En ese escenario oscuro y confuso no es extraño que hoy muchos docentes y quienes administran la educación no tengan claro cuál es su posición teórica ni la procedencia de las tecnologías que fundamentan su práctica. El paradigma educativo incide también en la teoría de la administración de la educación que hace el sistema educativo posible y reproducible en el tiempo, pero ese será un tema que trataremos posteriormente. 

Mientras estas inconsistencias no se resuelvan los problemas para la innovación y el cambio en educación serán muchos y, en algunos casos, imposibles de resolver por razones obvias; por ejemplo, en los planes de estudio, la entrega de la docencia y la evaluación de los aprendizajes, que es donde más se reflejan las inconsistencias del modelo educativo vigente. No se puede cambiar si se insiste en las viejas fórmulas pedagógicas y se “maquilla” con tecnología un currículo obsoleto. Introducir “vino nuevo” en “odres viejos” malogra el nuevo… ¿Qué les parece?

Bibliografía

Hernández, G. (1998). Paradigmas en psicología de la educación. México: Paidós.