miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿Cómo estamos utilizando las TIC en la enseñanza?: lecciones del mundo del entretenimiento para la educación

Pese a la integración más o menos exitosa de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en los procesos de enseñanza y aprendizaje, aún no se obtienen los resultados esperados en términos de innovación y eficacia de los aprendizajes en ningún país o región del mundo. Los hallazgos de investigación al respecto muestran que el problema radica en que las TIC se incorporaron en currículos, entornos y modelos pedagógicos, y organizaciones educativas tradicionales de corte transmisionista-conductista en los cuales era imposible esperar mayores logros que una “renovación” de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Ante el reiterado fracaso de la inversión en TIC y el aplastante deterioro de la calidad de la educación en todos los niveles padres y madres de familia, profesores y profesoras, directores y directoras de instituciones educativas, y políticos se asombran por la “fascinación” que producen esos medios en las nuevas generaciones. Desde la más temprana infancia niñas, niños y jóvenes quedan “atrapados” por las TIC debido al placer y bienestar que proporcionan. Música, juegos, vídeos, películas, comunicación inmediata con amigas y amigos, acceso a información de interés, contacto con “el mundo”, entre otros recursos de acceso instantáneo les mantienen frente a las computadoras gran parte de su tiempo libre y aún más allá. Es frecuente que en sus horarios lectivos sigan “anclados” a teléfonos celulares y módulos de juegos de vídeo portátiles. Muchos docentes se sienten impotentes frente al interés que desatan esos medios en sus estudiantes y no saben cómo utilizarlos como recursos para fortalecer la mediación pedagógica. Por más que lo intentan, el uso educativo de esos recursos no alcanza los niveles evidentes en su faceta lúdica.


 
Pese al asombro actual sobre este fenómeno, en realidad no es nuevo. El éxito de la televisión y el cine alcanzado hace más de cincuenta años tiene como principal causa la imagen móvil enriquecida con otros recursos sensibles, particularmente la música. El mundo del entretenimiento abrió al público la posibilidad de “fascinarse” con la imagen y el sonido, que en primera instancia activan las emociones y, posteriormente, procesos cognitivos y metacognitivos. La relación entre emociones y cognición fue estudiada por Piaget y sus conclusiones al respecto se publicaron en un libro titulado Inteligencia y afectividad (2001), donde se establece una correspondencia entre inteligencia y emoción, porque si bien los sentimientos no están estructurados, “… se organizan estructuralmente intelectualizándose” (Piaget, 2001, p. 31). Esto es muy importante para la educación si se toma en cuenta que los sentimientos intraindividuales acompañan de manera permanente la acción del ser humano. El texto de Piaget abre un conocimiento fundamental para la transformación de la educación contemporánea y se los recomiendo para ahondar en este tema.

El modelo pedagógico transmisionista-conductista tiene como principio excluir el “placer” por aprender. Posiblemente, como una secuela de la pretensión de objetividad de la racionalidad científica instrumental de la Era Moderna, la subjetividad y la emocionalidad de docentes y estudiantes se valoran como "negativas". El conocimiento es “serio” y debe tomarse en “serio”, jugar queda para el recreo..., espacio de relajación, placer y esparcimiento, cuya ocurrencia, sin excepción, todos añoramos en nuestra infancia, adolescencia y adultez.


 

No sé cuál haya sido su experiencia, en cuanto a la mía les comento que pese a que considero que aprender es un placer y un verdadero privilegio, en general no fui feliz en la escuela ni en el colegio, y aún en la universidad en los niveles de grado y posgrado he vivido malas experiencias. Normalmente me aburro en clases. Por supuesto, también tuve experiencias extraordinarias, debido a profesores y profesoras que me marcaron para siempre por sus conocimientos, calor humano, excelente desempeño y por su habilidad para motivar a sus estudiantes a aprender y “enamorarse” de los conocimientos que enseñaban. Lamentablemente, no fue la norma sino la excepción. Hoy estoy convencida de que lo que esos profesores y profesoras tuvieron en común fue que le imprimían pasión y emoción a lo que enseñaban y mostraban sin temor el placer que les daba compartir su saber para que aprendiéramos y viviéramos esa experiencia exquisita que es la adquisición y uso apropiado del conocimiento.

 
Uno de los retos de la educación contemporánea es reconquistar el “deseo de saber” del que hablaba Freud e implementar modelos de enseñanza y aprendizaje donde inteligencia y emoción se conecten para que, movidos por el placer y la alegría, nuestros niños, niñas y jóvenes se queden en las aulas y culminen exitosamente sus estudios, ante un porvenir de desarrollo personal y laboral prometedor. Quizá entonces mejoremos en el país los bajos índices de producción científica y tecnológica que nos caracterizan y obstaculizan nuestro desarrollo económico y social.

 
La industria del entretenimiento nos ha dado una gran lección a quienes tratamos de entender el complejo mundo de la enseñanza y el aprendizaje. El placer y el deseo de aprender son esenciales para un auténtico éxito académico. No podemos competir contra el lado lúdico de las TIC, lo que debemos hacer es incorporarlo a la enseñanza y el aprendizaje, pero ello supone profundas transformaciones en los niveles curricular, pedagógico y organizacional. ¿Estaremos listos para dar ese paso en Costa Rica? Usted qué opina.


Bibliografía

Piaget, J. (2001). Inteligencia y afectividad. Argentina: Aique.