Lo que define a un sistema político es el
camino por el que su sociedad ha transitado.
Gilles
Deleuze
El proyecto Estado de la Nación “es
un programa de investigación y formación sobre desarrollo humano sostenible que
brinda información relevante para la formulación de políticas públicas y
opinión crítica de la ciudadanía sobre temas estratégicos para el desarrollo
humano sostenible, tanto en Costa Rica como en Centroamérica” (http://www.estadonacion.or.cr/). Su principal característica es la generación de datos e información con
base en investigación científica, que se acompañan del análisis
teórico-práctico y reflexivo de personas expertas en diversos campos científicos.
En este proyecto destacan los informes Estado de la Educación, que tienen
como propósito “determinar cuánto se acerca o se aleja Costa Rica de la
aspiración de ofrecer oportunidades para que la población tenga de manera
equitativa, acceso a una educación de calidad que promueva el desarrollo de
las capacidades de las personas para realizarse individualmente y contribuir al
bienestar de la sociedad” (http://www.estadonacion.or.cr/biblioteca-virtual/costa-rica/educacion).
Se han publicado tres informes de esa naturaleza: el primero en el 2005, el segundo
en 2008 y el tercero en 2011; todos ellos disponibles en la biblioteca virtual
del programa: http://www.estadonacion.or.cr/biblioteca-virtual/costa-rica/educacion.
Como ciudadana y docente universitaria creo que la lectura, el análisis y la discusión de los informes generados por el proyecto Estado de la Nación son tareas obligadas para la ciudadanía en general y, en particular, los informes Estado de la Educación para quienes trabajan en el sector educativo en todos los niveles de formación. Sin excepción, ellos reflejan la seriedad y rigurosidad científica de un proyecto de magnitud nacional y regional, y permiten entrar en contacto con las distintas comunidades científicas locales en el ámbito de la Educación, cuyos aportes ofrecen una visión macroscópica documentada y crítica del sistema de educación pública y privada del país, a partir de altos estándares en investigación educativa y social.
Resulta esperanzador contar con
informes de esa naturaleza, ya que ofrecen “una luz” en medio de la confusión y
el caos que son la impronta de nuestro tiempo. No obstante, persiste el desafío
de estudiar sus resultados y conclusiones para asumir con honestidad
intelectual, responsabilidad social, ética y voluntad política sus
implicaciones para el país, a fin de identificar y emprender las acciones necesarias
para solventar los problemas señalados, y mantener y mejorar los resultados positivos
en materia educativa. Ante estas valiosas fuentes de información, resulta
injustificado e inadmisible desaprovechar sus
aportes en los niveles político y académico para favorecer el desarrollo educativo nacional, por medio de acciones
que nos conduzcan a una Educación más equitativa, pertinente y de calidad, tanto
en el sector público como privado.
Entre los señalamientos más
importantes del informe Estado de la
Educación que se publicó en el 2011, quisiera destacar los que sintetizan,
a mi parecer, el núcleo problemático de la educación en el país:
- “Las carreras de formación docente continúan operando sin controles de calidad, mientras sus egresados siguen en aumento y sin un perfil claro de contratación por parte de los empleadores” (p. 37).
- La persistencia de una organización burocrática en el Ministerio de Educación Pública (MEP), la convierte en “una organización capturada desde adentro por múltiples grupos de interés enfrascados en permanentes disputas de poder” (p. 37) y, en consecuencia, la sobre-administración y la maraña de regulaciones y leyes que caracterizan el sistema educativo público son evidencia de que el “exceso de procedimientos, reglas, regulaciones, controles, estructuras y normativa responde, en buena medida, a la búsqueda de legitimación por parte de esos centros de poder” (p. 37).
- Pese a que la educación nacional ha mejorado en los últimos cinco años, “los cambios han sido lentos e insuficientes” (p. 37).
- La situación de rezago y poco desarrollo en la formación secundaria conllevan limitaciones para la universalización de ese nivel de formación y obstaculizan “una robusta y amplia capa de técnicos, profesionales y científicos” (p. 37).
De acuerdo con el primer punto, el
Informe de referencia ofrece evidencias suficientes para afirmar que la
formación de profesionales en Educación es de diversa naturaleza y calidades en
el país, pese a que está regulada por dos instituciones debidamente acreditadas
y legitimadas política, administrativa y jurídicamente para ello: el Consejo Nacional de Rectores (CONARE) para el sistema universitario estatal y el Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada (CONESUP), para el sector privado.
Además, se encontró que no existen mecanismos de control de la calidad e
idoneidad profesional de las personas que se contratan por primera vez, ni de
aquellas que ya trabajan para el principal empleador del sector educativo público:
el MEP; es decir, el Estado.
Ante las evidencias que presenta el informe citado, resulta indiscutible que el marco jurídico que regula y garantiza los principios y calidades de la educación superior es inadecuado e insuficiente para llevar a cabo esta tarea, porque hay un problema de fondo que lejos de resolverse se agudiza en el país: la mala gestión pública y la ingobernabilidad. Estos fenómenos se agravan por la alta proclividad a la corrupción de las organizaciones burocráticas y las limitaciones de la administración estatal para garantizar un desempeño eficiente y eficaz en la gestión pública, así como en la rendición de cuentas en el sector. En ese contexto, poco puede hacer la legislación por sí misma. El país cuenta con un complejo y abigarrado sistema jurídico, donde existen “leyes hasta para cumplir la ley” y, al final, entre tanto código, legislación, reglamentos confusos y contradictorios, la interpretación jurídica queda al arbitrio de jueces y partes, donde ‒como suele suceder‒ no todos somos iguales ante la Ley, ni estamos expuestos a las mismas sanciones y consecuencias…
Muchos delitos y crímenes quedan impunes en Costa Rica y no son pocos los funcionarios públicos que actúan como si estuvieran al margen de la Ley, ante la indignación de la ciudadanía que tiene a su disposición día tras día las noticias de sus actuaciones corruptas, que “vienen y van” sin mayores consecuencias de un cargo público a otro... En un país donde ocurren cosas como estas se incrementa la inseguridad jurídica y deslegitima el Estado de Derecho; peor aún, se ideologiza a la ciudadanía en la visión de mundo del individualismo extremo, el beneficio propio, la ganancia fácil y la irresponsabilidad social: se apuesta por una sociedad condenada al caos primero y al fracaso después, como prueba la historia de lo ocurrido en épocas pasadas como el dominio del Imperio Romano, el Absolutismo en la Edad Media y la conquista europea de los continentes americano, asiático y africano.
En cuanto a los cambios acontecidos en la educación pública en el último quinquenio, es evidente que los problemas de calidad, pertinencia y equidad persisten, agudizándose en secundaria, donde las deficiencias de la formación en educación primaria eclosionan y el estudiantado se enfrenta sin apoyo oportuno y suficiente a sus limitaciones y vacíos en la formación básica: analfabetismo funcional, lagunas de conocimientos fundamentales en ciencias básicas, sociales y naturales, y cultura general. Creo que poco favor le hacemos a la educación nacional enfocándonos en la educación secundaria, pues, en realidad, las raíces de sus deficiencias se insertan en la educación primaria y sus causas podemos encontrarlas en el enfoque pedagógico-curricular y la estructura misma del sistema de formación de ese nivel educativo. Los niños y niñas acceden a un modelo de formación de corte maternal, sobreprotector, homogéneo y tradicional-transmisionista en primaria; pero, al ingresar a la educación secundaria, pasan a un modelo completamente distinto: despersonalizado, heterogéneo, fragmentado y con poco soporte emocional, donde se enfrenta a la población pre-adolescente a uno de los momentos más traumáticos de la experiencia educativa, al que se adiciona el ingreso en la adolescencia, con todas las implicaciones de orden psíquico, emocional, físico y social que caracterizan esa fase del desarrollo.
Creo que la tesis de que la crisis del sistema educativo se focaliza en secundaria obedece, precisamente, a una visión fragmentada y desarticulada de la formación, porque ella es un proceso que empieza en la infancia y continúa a lo largo de la vida, y no la suma de experiencias educativas aisladas. La secundaria es el punto de inflexión donde el sistema educativo se revela en sus contradicciones, inercia y confusión en los niveles epistemológico, teórico y práctico de la enseñanza, así como en términos del modelo de desarrollo del país. Mientras esta postura persista, es probable que las soluciones sigan siendo cosméticas y de forma, pero no de fondo… con el consecuente resultado insuficiente en la atención de los problemas claves: bajo rendimiento académico, deserción, sobre-edad y repitencia. Ello se refleja, a su vez, en el grado de desarrollo socioeconómico nacional, porque implica el desaprovechamiento del talento humano y el menoscabo del futuro laboral y personal de la población joven, condenándola al desempleo, el subempleo y, evidentemente, a la pobreza, la exclusión de las garantías sociolaborales y la inestabilidad económica.
El punto 4, nos remite, nuevamente, al modelo de desarrollo del país que impacta de forma inevitable el sistema educativo nacional en todos sus niveles y responde a las políticas públicas que le subyacen. La tesis de una formación que culmine en la educación superior; o bien, que permita diversas salidas de orden técnico y parauniversitarias para favorecer distintos perfiles laborales y de desarrollo personal, en atención a intereses y necesidades de las personas son oportunidades objetivas, siempre y cuando haya acceso a ellas. Si bien las oportunidades y opciones educativas deben existir, también se debe contar con un sistema de formación que garantice que las personas cumplan con los requisitos establecidos para cada opción, independientemente de si es técnica, para-universitaria o universitaria.
En general, las conclusiones del informe Estado de la Educación de 2011 muestran que ella conlleva un complejo entramado de factores, entre los que destacan el estilo de desarrollo de un país, la cantidad de recursos asignados, la estructura y funciones del sistema educativo, el enfoque pedagógico y curricular, la gradación de la formación y el marco jurídico-administrativo que lo regula y permite su ejecución. Cada uno de esos factores tiene, a su vez, elementos constitutivos que son complejos y requieren de capacidades diversas y recursos humanos especializados para la adecuada planificación y ejecución del proceso educativo en todos los niveles. Para que un sistema educativo sea exitoso esos factores y componentes deben estar alineados y ser coherentes entre sí, porque ‒como bien mostraron el filósofo Gilles Deleuze y el psicoanalista Félix Guattari en su crítica al fundacionalismo y el pensamiento complejo de Morin‒ la realidad es un rizoma y todos los elementos dentro de un sistema juegan un rol particular, donde son afectados por los otros elementos y sus roles, a los cuales también afectan. ¿Qué les parece?
Referencias bibliográficas
Programa Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible. (2011). Tercer Informe Estado de la Educación. Consejo Nacional de Rectores. San José, CR: PEN.
Ante las evidencias que presenta el informe citado, resulta indiscutible que el marco jurídico que regula y garantiza los principios y calidades de la educación superior es inadecuado e insuficiente para llevar a cabo esta tarea, porque hay un problema de fondo que lejos de resolverse se agudiza en el país: la mala gestión pública y la ingobernabilidad. Estos fenómenos se agravan por la alta proclividad a la corrupción de las organizaciones burocráticas y las limitaciones de la administración estatal para garantizar un desempeño eficiente y eficaz en la gestión pública, así como en la rendición de cuentas en el sector. En ese contexto, poco puede hacer la legislación por sí misma. El país cuenta con un complejo y abigarrado sistema jurídico, donde existen “leyes hasta para cumplir la ley” y, al final, entre tanto código, legislación, reglamentos confusos y contradictorios, la interpretación jurídica queda al arbitrio de jueces y partes, donde ‒como suele suceder‒ no todos somos iguales ante la Ley, ni estamos expuestos a las mismas sanciones y consecuencias…
Muchos delitos y crímenes quedan impunes en Costa Rica y no son pocos los funcionarios públicos que actúan como si estuvieran al margen de la Ley, ante la indignación de la ciudadanía que tiene a su disposición día tras día las noticias de sus actuaciones corruptas, que “vienen y van” sin mayores consecuencias de un cargo público a otro... En un país donde ocurren cosas como estas se incrementa la inseguridad jurídica y deslegitima el Estado de Derecho; peor aún, se ideologiza a la ciudadanía en la visión de mundo del individualismo extremo, el beneficio propio, la ganancia fácil y la irresponsabilidad social: se apuesta por una sociedad condenada al caos primero y al fracaso después, como prueba la historia de lo ocurrido en épocas pasadas como el dominio del Imperio Romano, el Absolutismo en la Edad Media y la conquista europea de los continentes americano, asiático y africano.
En cuanto a los cambios acontecidos en la educación pública en el último quinquenio, es evidente que los problemas de calidad, pertinencia y equidad persisten, agudizándose en secundaria, donde las deficiencias de la formación en educación primaria eclosionan y el estudiantado se enfrenta sin apoyo oportuno y suficiente a sus limitaciones y vacíos en la formación básica: analfabetismo funcional, lagunas de conocimientos fundamentales en ciencias básicas, sociales y naturales, y cultura general. Creo que poco favor le hacemos a la educación nacional enfocándonos en la educación secundaria, pues, en realidad, las raíces de sus deficiencias se insertan en la educación primaria y sus causas podemos encontrarlas en el enfoque pedagógico-curricular y la estructura misma del sistema de formación de ese nivel educativo. Los niños y niñas acceden a un modelo de formación de corte maternal, sobreprotector, homogéneo y tradicional-transmisionista en primaria; pero, al ingresar a la educación secundaria, pasan a un modelo completamente distinto: despersonalizado, heterogéneo, fragmentado y con poco soporte emocional, donde se enfrenta a la población pre-adolescente a uno de los momentos más traumáticos de la experiencia educativa, al que se adiciona el ingreso en la adolescencia, con todas las implicaciones de orden psíquico, emocional, físico y social que caracterizan esa fase del desarrollo.
Creo que la tesis de que la crisis del sistema educativo se focaliza en secundaria obedece, precisamente, a una visión fragmentada y desarticulada de la formación, porque ella es un proceso que empieza en la infancia y continúa a lo largo de la vida, y no la suma de experiencias educativas aisladas. La secundaria es el punto de inflexión donde el sistema educativo se revela en sus contradicciones, inercia y confusión en los niveles epistemológico, teórico y práctico de la enseñanza, así como en términos del modelo de desarrollo del país. Mientras esta postura persista, es probable que las soluciones sigan siendo cosméticas y de forma, pero no de fondo… con el consecuente resultado insuficiente en la atención de los problemas claves: bajo rendimiento académico, deserción, sobre-edad y repitencia. Ello se refleja, a su vez, en el grado de desarrollo socioeconómico nacional, porque implica el desaprovechamiento del talento humano y el menoscabo del futuro laboral y personal de la población joven, condenándola al desempleo, el subempleo y, evidentemente, a la pobreza, la exclusión de las garantías sociolaborales y la inestabilidad económica.
El punto 4, nos remite, nuevamente, al modelo de desarrollo del país que impacta de forma inevitable el sistema educativo nacional en todos sus niveles y responde a las políticas públicas que le subyacen. La tesis de una formación que culmine en la educación superior; o bien, que permita diversas salidas de orden técnico y parauniversitarias para favorecer distintos perfiles laborales y de desarrollo personal, en atención a intereses y necesidades de las personas son oportunidades objetivas, siempre y cuando haya acceso a ellas. Si bien las oportunidades y opciones educativas deben existir, también se debe contar con un sistema de formación que garantice que las personas cumplan con los requisitos establecidos para cada opción, independientemente de si es técnica, para-universitaria o universitaria.
En general, las conclusiones del informe Estado de la Educación de 2011 muestran que ella conlleva un complejo entramado de factores, entre los que destacan el estilo de desarrollo de un país, la cantidad de recursos asignados, la estructura y funciones del sistema educativo, el enfoque pedagógico y curricular, la gradación de la formación y el marco jurídico-administrativo que lo regula y permite su ejecución. Cada uno de esos factores tiene, a su vez, elementos constitutivos que son complejos y requieren de capacidades diversas y recursos humanos especializados para la adecuada planificación y ejecución del proceso educativo en todos los niveles. Para que un sistema educativo sea exitoso esos factores y componentes deben estar alineados y ser coherentes entre sí, porque ‒como bien mostraron el filósofo Gilles Deleuze y el psicoanalista Félix Guattari en su crítica al fundacionalismo y el pensamiento complejo de Morin‒ la realidad es un rizoma y todos los elementos dentro de un sistema juegan un rol particular, donde son afectados por los otros elementos y sus roles, a los cuales también afectan. ¿Qué les parece?
Referencias bibliográficas
Programa Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible. (2011). Tercer Informe Estado de la Educación. Consejo Nacional de Rectores. San José, CR: PEN.