A pocos días de inicio del curso lectivo del 2013, se presentan los problemas tradicionales en el Ministerio de Educación Pública a escala nacional: infraestructura inadecuada o inexistente, presupuestos millonarios subejecutados, nombramientos docentes sin que existan condiciones reales y efectivas para certificar la idoneidad profesional en el sector… Como si esto fuera poco, situaciones imprevistas y las secuelas del terremoto de setiembre de 2012, que afectó de manera particular a la provincia de Guanacaste, empeoran el panorama en materia de infraestructura educativa, así como las condiciones indispensables para la adecuada marcha de los procesos de enseñanza y aprendizaje en las regiones más vulnerables del país.
Además de los viejos problemas –que parecen imposibles de resolver, pese a los esfuerzos continuados del Ministerio de Educación Pública– persiste un vicio en el sistema educativo nacional, que lejos de contribuir a la mejora en el deterioro de la calidad, la pertinencia y la equidad de la educación, entroniza males endémicos que favorecen una cultura académica pobre, llena de facilismo y salidas “por la puerta de atrás”, ante el bajo rendimiento y la deserción escolar, que afectan en especial la educación secundaria. Este vicio nos coloca en una posición incómoda entre la contención social, el asistencialismo y el aprendizaje de bajo nivel.
En medio de una historia digna de Kafka –como es el caso de la administración de la educación costarricense al inicio, durante y al final de los cursos lectivos ordinarios– recientemente leí un artículo del Lic. Agustín Claus, especialista en Administración de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, quien en un artículo en proceso de publicación resume los principales hallazgos de una investigación que hizo sobre el sistema educativo de Buenos Aires y las condiciones de trabajo del personal docente. Buenos Aires es la capital de la República Argentina, tiene 40 millones de habitantes, está ubicada entre las 20 ciudades más grandes del mundo y se considera a ese país como una potencia regional; no obstante, este investigador encontró en su estudio problemas similares a los que aquejan al país en esos ámbitos. En contraste con Argentina, Costa Rica es uno de los países más pequeños del continente americano, con una población de aproximadamente 5 millones de habitantes y una economía estancada y marcada por graves deficiencias fiscales, mala e insuficiente infraestructura portuaria, aeroportuaria y de vías terrestres, entre otros problemas que afectan el desarrollo económico en nuestro tiempo.
Ante dos situaciones geográficas, poblacionales, económicas e históricas tan distintas, llama la atención que dos países tan diferentes como Argentina y Costa Rica compartan problemas semejantes en materia educativa; entre ellos, la precarización y la flexibilidad del trabajo docente. El primer fenómeno se manifiesta en el deterioro del salario y las limitaciones objetivas para la formación en servicio y el desarrollo profesional; el segundo, en la generalización de nombramientos a plazo fijo, en distintas instituciones educativas, donde prevalece la inestabilidad laboral y no se dan las condiciones mínimas para garantizar un ingreso económico de tiempo completo.
Además de esos problemas, persiste la tesis en el gobierno y la sociedad costarricense y bonaerense, de que el sistema educativo debe convertirse en una instancia para la contención social, donde se aplique el asistencialismo indiscriminado sobre una población cautiva: el estudiantado y sus familias, y se acepte una pérdida creciente de calidad de la educación de la ciudadanía, que se refleja en un pobre desempeño académico en las materias básicas; en particular, Español, Estudios Sociales, Ciencias y Matemática. Lejos de mantener estándares que promuevan la excelencia académica, se relajan hacia mínimos inaceptables, que condenan al estudiantado a fracasar en la educación superior y a trabajos inestables y mal remunerados a lo largo de su vida económicamente productiva.
Otra similitud entre ambos países es la tentación de incorporar al sistema educativo programas que atienden –al menos en principio– deficiencias de índole social, económica, cívica, de comportamiento y salud general y reproductiva e, incluso, la conducta vial, que recargan de manera significativa el currículo escolar con temas que no siempre pueden ajustarse a los contenidos de las diversas materias. No obstante, esta tesis sigue vigente y tiene un enorme peso en la ciudadanía, pues se asume que las instituciones educativas son el espacio adecuado para ello, dejando de lado su verdadera función y razón de ser: enseñar y poner al alcance del estudiantado los conocimientos socialmente relevantes, y favorecer actitudes, aptitudes y capacidades para el aprendizaje y el desarrollo de habilidades cognitivas de alto nivel. Satisfechas estas prioridades, el estudiantado desarrolla, a su vez, competencias para su crecimiento personal y la vida en sociedad.
En Costa Rica, ante las limitaciones evidentes de los programas que intentan mejorar el civismo y fomentar valores ciudadanos básicos y conductas indispensables para alcanzar niveles de desarrollo humano aceptables, se insiste en reafirmar esas tesis... Mientras esto ocurre, el proceso educativo se deteriora, reduce y restringe a conocimientos básicos y adquiridos de manera desordenada y desarticulada, que se reflejan en estudiantes de nivel universitario con serias deficiencias en competencias genéricas como la lecto-escritura y la expresión oral y escrita en la lengua materna. Esto se hace evidente en una pobre cultura general y en un desprecio generalizado por la lectura, el estudio serio y las actividades que requieren procesos de pensamiento de alto nivel. Dirán que exagero; pero, les invito a que revisen con cuidado cuáles son los programas de radio y televisión que contabilizan mayor audiencia en el país y el nivel de consumo de material de lectura de calidad.
Algunas personas argumentan que los libros son costosos y, en consecuencia, de dificil acceso; sin embargo, las bibliotecas públicas no reflejan una vocación lectora en nuestra población. Como verán, el problema de la educación no es sólo de recursos económicos y del deterioro sistemático de las condiciones laborales y de contratación del personal docente, pues todo parece indicar que hay aspectos esenciales de nuestra civilización en la fase posmoderna, así como del rumbo de nuestros países en el marco de la economía global que obstaculizan de manera compleja e intrincada el avance educativo.
Les recomiendo la lectura del trabajo del Lic. Claus y les invito a que hagan comparaciones, porque resultan útiles para comprender los problemas en su fondo más que en su forma y, quizás, ello nos ayude a ver con nuevos ojos los viejos problemas, para que dejemos de "llover sobre mojado".
Pese a las limitaciones y obstáculos que nos aquejan como país, siempre será motivo de celebración el inicio del ciclo lectivo y ojalá las autoridades del MEP y del gobierno tomen mejores decisiones en el 2013; pero, sobre todo, esperemos que cada docente, en la intimidad de su aula y junto con sus estudiantes, encuentre formas de mejorar su desempeño y el del alumando, y que busque con criticidad y sentido común los medios disponibles en el sistema para hacer bien su trabajo. ¿Qué les parece?
Les recomiendo la lectura del trabajo del Lic. Claus y les invito a que hagan comparaciones, porque resultan útiles para comprender los problemas en su fondo más que en su forma y, quizás, ello nos ayude a ver con nuevos ojos los viejos problemas, para que dejemos de "llover sobre mojado".
Pese a las limitaciones y obstáculos que nos aquejan como país, siempre será motivo de celebración el inicio del ciclo lectivo y ojalá las autoridades del MEP y del gobierno tomen mejores decisiones en el 2013; pero, sobre todo, esperemos que cada docente, en la intimidad de su aula y junto con sus estudiantes, encuentre formas de mejorar su desempeño y el del alumando, y que busque con criticidad y sentido común los medios disponibles en el sistema para hacer bien su trabajo. ¿Qué les parece?
Referencias bibliográficas
Claus, A. (2012). Las condiciones de trabajo en la Provincia de Buenos Aires. Serie de estudios No. 3. Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires. Buenos Aires: Argentina.