De acuerdo con el Primer Informe Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, publicado por el Programa Estado de la Nación en 2014, se consideran como profesiones fundamentales para el desarrollo del país las áreas de las Ciencias de la Tierra y el Espacio, la Física, las Ingenierías en general y, en particular, la Ingeniería Agronómica. Pese a que se hace énfasis en que la formación de estas personas profesionales es urgente y requiere políticas públicas asociadas al mejoramiento de la calidad de la educación, especialmente del nivel de secundaria, no se considera en ese mismo informe como una profesión indispensable a la Educación misma… Esta paradoja sólo se explicaría por la escasa comprensión de las implicaciones y el rol de la profesión docente en el esquema general del desarrollo del país, no sólo en las áreas consideradas estratégicas en la Sociedad de la Información y el Conocimiento (SIC), sino también en materia de civismo, ética y responsabilidad ciudadana, y fortalecimiento de la vida democrática.
Llama profundamente la atención la constante alusión que se hace en ese informe a las transformaciones que se requieren en el sistema educativo en general y a la mejora en la calidad de la enseñanza en las áreas científicas, como Matemática, Física y Ciencias básicas en particular, para el logro de un nivel de formación que favorezca el ingreso de población en edad universitaria a carreras de ciencia y tecnología. También, se hace referencia a la necesidad de ampliar la oferta educativa de colegios científicos y técnicos, para alcanzar una masa crítica estable de recurso humano de nivel técnico medio y superior. Esto significaría que está claro que las características y calidades de la oferta educativa son determinantes para un futuro mejor en esa materia; pero, insisto, no se considera clave la profesión que lo haría posible: la profesión docente.
Esta, como otras paradojas de la lectura de la realidad nacional que hacemos en distintos sectores académicos, públicos, políticos y privados, muestra que prevalecen fuertes sesgos en la comprensión de la realidad del país, atravesada por prejuicios y categorizaciones de las profesiones, que hacen visibles a unas, mientras mantienen en la sombra a otras… La profesión docente es una de ellas que, a mi parecer, es base y fundamento de toda oportunidad de desarrollo que se pretenda en Costa Rica y en cualquier nación del mundo.
En ese contexto, es agotador y frustrante escuchar que personas dedicadas a la política y la investigación de la realidad nacional no reconozcan en sus discursos esta contradicción de fondo… Si queremos un país con un adecuado desarrollo científico y tecnológico en el corto plazo, es fundamental considerar cómo se forma a las personas profesionales de la Educación, qué nivel de profesionalización académica y en servicio existe para garantizar la mejora continua de ese recurso humano y, en particular, cómo se evalúa su desempeño y se implementan acciones para superar las limitaciones detectadas en la práctica docente. Estudios de esta naturaleza se han hecho y el IV Informe del Estado de la Educación es enfático al respecto.
Otra profesión clave es la de la Administración Educativa, pues de ella depende la acreditación para el desempeño de quienes toman decisiones en los centros educativos; mismas que impactan la formación en preescolar, primaria y secundaria. En lo que respecta a la formación de profesionales en Educación Superior, recientemente la Universidad de Costa Rica abrió la oferta de nivel de licenciatura y Maestría en Docencia Universitaria y la Universidad Estatal a Distancia ofrece la Licenciatura en Docencia, con un perfil profesional orientado a la formación de formadores y formadoras de nivel parauniversitario y universitario.
Si bien el Primer Informe sobre el Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación publicado en 2014, se limita al estudio de carreras del área científica y tecnológica, la priorización de formación de profesionales en ellas no se puede visualizar al margen de las profundas transformaciones en formación de profesionales de la Educación. El problema realmente importante en esta visión “borrosa” de la Educación en el mapa de las profesiones claves para el desarrollo nacional es que se hace poco por lograr una auténtica mejora en ella, tanto en las universidades públicas como privadas. De igual forma, poco se hace por aticular un adecuado sistema de reclutamiento y evaluación del desempeño docente, y por la formación y profesionalización en servicio.
Cómo se forman las personas profesionales de la Educación, con qué calidad y qué perfiles de salida se obtiene de los distintos planes de estudio en el área de la educación superior pública y privada son preguntas con respuestas poco precisas y escasamente confiables. Los resultados educativos del país son indicadores irrefutables de que las cosas deben analizarse pronto para mejorar de manera sustancial en el corto plazo, si realmente queremos que nuestro país deje de caer en rendimiento académico e inclusión educativa, con el consecuente empobrecimiento de la formación profesional en todos los campos disciplinares y el incremento en la pobreza y las asimetrías en la distribución del ingreso.
Esperemos que en algún momento la Educación entre en la ecuación del desarrollo científico-tecnológico nacional de manera objetiva y no como un supuesto, una abstracción o una entidad marginal del proceso mismo. ¿Qué les parece?
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