De acuerdo con el esquema básico para el estudio sobre la creatividad de Gardner (2011), hay tres dimensiones claves para su comprensión: la individual, las relaciones con personas significativas, como la familia, colegas, amistades y contexto histórico, socio-laboral y profesional, y el campo disciplinar en el que se establecen los sistemas simbólicos a partir de los cuales se desarrolla el trabajo creativo. Como expusimos en entregas anteriores, estas dimensiones requieren:
- El análisis evolutivo de la inteligencia y la creatividad, donde se consideran los aspectos personales, para identificar continuidades y discontinuidades entre el mundo del niño o niña dotados y sin formar, el sistema educativo formal y los modelos de conocimiento y simbólicos dominantes.
- Establecer la relación entre la persona y el trabajo al que se dedica, donde se enfrentan los sistemas simbólicos y de conocimiento con el análisis crítico y las propuestas innovadoras de la mente creativa.
- Determinar la relación con personas significativas, tanto en el nivel íntimo y afectivo como en el campo disciplinar o artístico. En este ámbito, se expresan las experiencias creativas en aislamiento y en relación con otras personas, que muestran el rol decisivo de esos vínculos en la obra creativa, tanto para bien como para mal de la persona creativa y su obra (Gardner, 2011).
Para analizar las aportaciones de Einstein y, en consecuencia, el nivel de creatividad que mostró en el campo de la Física, gracias a su inteligencia lógico-matemática, especialmente desarrollada, haremos referencia a esas dimensiones, para analizar la propuesta de Gardner sobre su tipo de inteligencia y sus contribuciones.
Einstein nació en 1879, en la ciudad alemana de Ulm. Hijo de padres judíos, Hermann Einstein y Pauline Koch, vivió en un hogar burgués modesto y poco autoritario. Tuvo problemas de lenguaje en su infancia y logró hablar hasta los 3 años. No le gustaba relacionarse con niños y niñas de su edad y prefería jugar en solitario. En su época escolar fue un buen estudiante y tuvo mejor desempeño académico en el campo de las ciencias naturales que en las disciplinas relacionadas con el lenguaje. No le interesaban las materias donde debía aprender cosas de memoria y desde joven mostró conductas irreverentes ante algunos de sus docentes.
Su tío Jacob Einstein –ingeniero de profesión– lo motivó a aprender álgebra y geometría, disciplinas que le apasionaron desde un principio y para las que tuvo habilidad especial y las estudió a fondo por interés personal y más allá de sus obligaciones escolares. Max Talmey, un joven estudiante de medicina de origen ruso-judío a quien su familia acogía, le facilitó textos de pensadores como Kant y Darwin, y libros de física populares en esa época de un compilador de los avances en ese campo, llamado Aaron Bernstein. El estudio independiente de esas disciplinas hizo que su fervor religioso inicial fuera reemplazado por un profundo interés por la ciencia (Gardner, 2011).
En edad escolar mostró talento especial por las matemáticas, las ciencias y tuvo clara su vocación por estudiar Física a la edad de 17 años, cuando ingresó a la Escuela Politécnica Federal de Zúrich en Suiza, considerada entonces como la más importante para hacer estudios en esa disciplina en Europa. En 1900, se graduó como profesor de Matemáticas y Física, pero no encontró empleo como docente y empezó a trabajar en la Oficina Federal de la Propiedad Intelectual de Suiza, donde se desempeñó de 1902 a 1909. En este período de su vida, Marcel Grossmann y su compañera de estudios de Física y luego esposa, Mileva Maric, jugaron un papel decisivo en el curso que tomaría su vida. El primero, un talentoso matemático; su esposa, una mujer liberal y feminista, que comprendía la Física y era políticamente radical en sus ideas.
En 1905, a los 26 años, escribió 5 artículos que planteaban sus ideas fundamentales en Física teórica, que le llevarían a los albores de la Teoría de la Relatividad. Presentó su tesis doctoral en Física en la Universidad de Zúrich en 1906, sobre la determinación de las dimensiones moleculares y uno de esos trabajos le valió el Premio Nobel en Física en 1921, por sus aportes a la comprensión del movimiento browniano y su explicación sobre el efecto fotoeléctrico.
De su vida académica formal, Einstein rescató su experiencia como estudiante en la escuela cantonal progresista de Aarau, influida por la “filosofía educativa de Johann Pestalozzi, que había fomentado una aproximación humanística a las asignaturas, y había señalado el puesto central de una comprensión visual (Anschauung) en el dominio de conceptos” (Gardner, 2011, p. 131). El mismo Einstein reconoció que la experiencia en su época de escolar de un espíritu liberal “y la seriedad simple de los maestros, que no se apoyaban en la autoridad externa” (ídem), fue un elemento importante en su desarrollo, porque le facilitó un marco de apoyo en sus estudios formales, sin restarle autonomía y libertad de pensamiento. Esto confirma la tesis de que la creatividad requiere de un espacio de formación lo suficientemente flexible para no ahogar las ideas del estudiantado, pero estructurado y basado en el apoyo experto para que no se pierda entre sus propias ideas y el trasfondo teórico, conceptual y pragmático de los campos disciplinares y el saber científico.
Como es evidente, recibir el Premio Nobel en Física reposicionó a Einstein en el nivel científico y laboral, y sus aportes fueron de gran relevancia ante la comunidad científica. Consecuencia de ello, obtuvo la oferta de trabajar en el mundo académico con mayor libertad, donde dirigió la sección de Física del Instituto de Física Káiser Wilhelm, donde trabajó hasta el ascenso del nazismo en Alemania. Migró a los Estados Unidos en 1932, sólo un año antes de que Hitler fuera nombrado Canciller de Alemania, el 30 de enero de 1933. Adquirió la nacionalidad estadounidense en 1940, donde trabajó como profesor e investigador en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Murió a la edad de 76 años, producto de la ruptura de un aneurisma en la aorta abdominal, cuyo tratamiento abandonó porque creía inútil alargar la vida de manera artificial y afirmaba que, a su parecer, ya había hecho todo lo que debía hacer como científico y ser humano.
Como se puede observar en la biografía de Einstein, hubo personas significativas en su vida que le motivaron a llevar a cabo sus estudios de Física y a comprenderla hasta alcanzar un dominio profundo de esa disciplina. Asimismo, tuvo una vida personal y familiar compleja, que evidenció algunas de sus limitaciones para enfrentar las relaciones interpersonales más íntimas, en particular, con su familia. Se divorció de su primera esposa, tuvo una hija que abandonó antes de casarse y dos hijos, uno de los cuales sufrió de esquizofrenia y murió en una institución mental. Se casó por segunda vez a los pocos meses de su divorcio y sus relaciones de amistad fueron pocas, pero profundas y significativas a lo largo de su vida.
Su notoriedad y fama mundial le valieron críticos y adeptos alrededor del mundo, que cuestionaron o sacralizaron sus teorías; no obstante, su visión de la Física permitió superar el mecanismo newtoniano y el pensamiento del espacio-tiempo en términos de absolutos, así como las bases teórico-conceptuales de esa disciplina, valiéndole el reconocimiento como el mejor científico del siglo XX.
Su capacidad de trabajo, su habilidad para investigar y extraer ideas relevantes de los campos científicos de su interés, y de imaginar problemas y posibles soluciones, contrastan con sus dificultades para dominar otros idiomas y aspectos relacionados con las letras y las relaciones interpersonales (Gardner, 2011).
La creatividad tiene un fuerte componente de índole personal, que se corresponde con capacidades cerebrales innatas y con entornos socioculturales particulares. La creatividad innata sólo se desarrolla de forma exitosa si se cuenta con entornos favorables para ello, de ahí la importancia de la influencia del ambiente en la creatividad. La capacidad de invención de Einstein fue de magnitudes colosales en un campo disciplinar altamente desarrollado y consolidado, como es el caso de la Física teórica, y su creatividad para replantearla desde sus cimientos aún hoy nos asombra. Al respecto, Gardner (2011) considera que fue una ventaja para él trabajar en Física teórica, donde sus capacidades para imaginar problemas mentales y resolverlos de forma creativa desempeñaron un papel crucial. Desde esta perspectiva, resulta evidente que es más difícil alcanzar logros significativos, cuando la persona creativa requiere de recursos externos que no dependen de ella. Esta paradoja persiste y se hace más evidente cuando mentes creativas requieren de apoyo financiero y de costosos laboratorios y equipos para hacer su trabajo de investigación, así como de tiempo y colegas de alto nivel para ordenar su pensamiento y comprender los hallazgos de sus estudios.
De acuerdo con las tesis de Gardner (2011), Einstein tuvo condiciones cognitivas innatas que se desarrollaron debido a diversos factores contextuales y familiares, donde la posibilidad de desarrollar el pensamiento propio dentro de un marco de referencia sólido como fue la educación formal, parecen importantes. También, tuvo la asesoría y el apoyo de personas significativas en su vida: sus padres, su tío, el amigo de la familia Einstein, su colega y amigo Marcel Grossmann, y su colega y esposa Mileva Maric. A ellos se unen muchas otras personas de alto nivel de conocimiento y reconocimiento en el campo de la Física con quienes pudo entrar en contacto y compartir ideas, gracias a su notoriedad científica y al convertirse en una celebridad por ser distinguido con el Premio Nobel de Física.
Otro elemento relevante fue contextual y tiene que ver con el acceso al mundo académico y a la flexibilidad laboral de la que disfrutó en ese medio para dedicarse a sus investigaciones en Física teórica, donde hechos sus aportes fundamentales, abrió nuevos marcos de referencia para la disciplina y, con ello, a enigmas y problemas que remozaron el quehacer científico en el campo y en otras disciplinas afines.
Pese a la relevancia del contexto y las personas significativas que marcaron su vida y su obra, Einstein fue un investigador solitario, que prefería trabajar por su cuenta sin por ello desatender las demandas de diálogo que le hicieron en distintos momentos de su vida la comunidad científica y la sociedad en general. Con una inmensa capacidad para explicar de manera simple problemas de altísima complejidad teórica y matemática, fue un excelente comunicador científico, que mantuvo una conducta irreverente y casi infantil.
La vida y obra de Einstein muestran que el contexto sociocultural y familiar, el sistema educativo formal y la capacidad de organizaciones como los centros educativos, las universidades e institutos de investigación para acoger mentes brillantes y creativas son claves en el logro de aportes relevantes en todos los campos disciplinares. La flexibilidad con rigor científico y apoyo de personas expertas en los sistemas educativos parece jugar un rol determinante en el avance de ideas revolucionarias y el desarrollo de mentes creativas. ¿Estará nuestro sistema educativo en condiciones de favorecer la creatividad y acoger mentes brillantes? ¿Qué les parece?
Referencias bibliográficas
Gardner, H. (2011). Mentes creativas. Una anatomía de la creatividad. México: Paidós.
Einstein nació en 1879, en la ciudad alemana de Ulm. Hijo de padres judíos, Hermann Einstein y Pauline Koch, vivió en un hogar burgués modesto y poco autoritario. Tuvo problemas de lenguaje en su infancia y logró hablar hasta los 3 años. No le gustaba relacionarse con niños y niñas de su edad y prefería jugar en solitario. En su época escolar fue un buen estudiante y tuvo mejor desempeño académico en el campo de las ciencias naturales que en las disciplinas relacionadas con el lenguaje. No le interesaban las materias donde debía aprender cosas de memoria y desde joven mostró conductas irreverentes ante algunos de sus docentes.
Su tío Jacob Einstein –ingeniero de profesión– lo motivó a aprender álgebra y geometría, disciplinas que le apasionaron desde un principio y para las que tuvo habilidad especial y las estudió a fondo por interés personal y más allá de sus obligaciones escolares. Max Talmey, un joven estudiante de medicina de origen ruso-judío a quien su familia acogía, le facilitó textos de pensadores como Kant y Darwin, y libros de física populares en esa época de un compilador de los avances en ese campo, llamado Aaron Bernstein. El estudio independiente de esas disciplinas hizo que su fervor religioso inicial fuera reemplazado por un profundo interés por la ciencia (Gardner, 2011).
En edad escolar mostró talento especial por las matemáticas, las ciencias y tuvo clara su vocación por estudiar Física a la edad de 17 años, cuando ingresó a la Escuela Politécnica Federal de Zúrich en Suiza, considerada entonces como la más importante para hacer estudios en esa disciplina en Europa. En 1900, se graduó como profesor de Matemáticas y Física, pero no encontró empleo como docente y empezó a trabajar en la Oficina Federal de la Propiedad Intelectual de Suiza, donde se desempeñó de 1902 a 1909. En este período de su vida, Marcel Grossmann y su compañera de estudios de Física y luego esposa, Mileva Maric, jugaron un papel decisivo en el curso que tomaría su vida. El primero, un talentoso matemático; su esposa, una mujer liberal y feminista, que comprendía la Física y era políticamente radical en sus ideas.
En 1905, a los 26 años, escribió 5 artículos que planteaban sus ideas fundamentales en Física teórica, que le llevarían a los albores de la Teoría de la Relatividad. Presentó su tesis doctoral en Física en la Universidad de Zúrich en 1906, sobre la determinación de las dimensiones moleculares y uno de esos trabajos le valió el Premio Nobel en Física en 1921, por sus aportes a la comprensión del movimiento browniano y su explicación sobre el efecto fotoeléctrico.
De su vida académica formal, Einstein rescató su experiencia como estudiante en la escuela cantonal progresista de Aarau, influida por la “filosofía educativa de Johann Pestalozzi, que había fomentado una aproximación humanística a las asignaturas, y había señalado el puesto central de una comprensión visual (Anschauung) en el dominio de conceptos” (Gardner, 2011, p. 131). El mismo Einstein reconoció que la experiencia en su época de escolar de un espíritu liberal “y la seriedad simple de los maestros, que no se apoyaban en la autoridad externa” (ídem), fue un elemento importante en su desarrollo, porque le facilitó un marco de apoyo en sus estudios formales, sin restarle autonomía y libertad de pensamiento. Esto confirma la tesis de que la creatividad requiere de un espacio de formación lo suficientemente flexible para no ahogar las ideas del estudiantado, pero estructurado y basado en el apoyo experto para que no se pierda entre sus propias ideas y el trasfondo teórico, conceptual y pragmático de los campos disciplinares y el saber científico.
Como es evidente, recibir el Premio Nobel en Física reposicionó a Einstein en el nivel científico y laboral, y sus aportes fueron de gran relevancia ante la comunidad científica. Consecuencia de ello, obtuvo la oferta de trabajar en el mundo académico con mayor libertad, donde dirigió la sección de Física del Instituto de Física Káiser Wilhelm, donde trabajó hasta el ascenso del nazismo en Alemania. Migró a los Estados Unidos en 1932, sólo un año antes de que Hitler fuera nombrado Canciller de Alemania, el 30 de enero de 1933. Adquirió la nacionalidad estadounidense en 1940, donde trabajó como profesor e investigador en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Murió a la edad de 76 años, producto de la ruptura de un aneurisma en la aorta abdominal, cuyo tratamiento abandonó porque creía inútil alargar la vida de manera artificial y afirmaba que, a su parecer, ya había hecho todo lo que debía hacer como científico y ser humano.
Como se puede observar en la biografía de Einstein, hubo personas significativas en su vida que le motivaron a llevar a cabo sus estudios de Física y a comprenderla hasta alcanzar un dominio profundo de esa disciplina. Asimismo, tuvo una vida personal y familiar compleja, que evidenció algunas de sus limitaciones para enfrentar las relaciones interpersonales más íntimas, en particular, con su familia. Se divorció de su primera esposa, tuvo una hija que abandonó antes de casarse y dos hijos, uno de los cuales sufrió de esquizofrenia y murió en una institución mental. Se casó por segunda vez a los pocos meses de su divorcio y sus relaciones de amistad fueron pocas, pero profundas y significativas a lo largo de su vida.
Su notoriedad y fama mundial le valieron críticos y adeptos alrededor del mundo, que cuestionaron o sacralizaron sus teorías; no obstante, su visión de la Física permitió superar el mecanismo newtoniano y el pensamiento del espacio-tiempo en términos de absolutos, así como las bases teórico-conceptuales de esa disciplina, valiéndole el reconocimiento como el mejor científico del siglo XX.
Su capacidad de trabajo, su habilidad para investigar y extraer ideas relevantes de los campos científicos de su interés, y de imaginar problemas y posibles soluciones, contrastan con sus dificultades para dominar otros idiomas y aspectos relacionados con las letras y las relaciones interpersonales (Gardner, 2011).
La creatividad tiene un fuerte componente de índole personal, que se corresponde con capacidades cerebrales innatas y con entornos socioculturales particulares. La creatividad innata sólo se desarrolla de forma exitosa si se cuenta con entornos favorables para ello, de ahí la importancia de la influencia del ambiente en la creatividad. La capacidad de invención de Einstein fue de magnitudes colosales en un campo disciplinar altamente desarrollado y consolidado, como es el caso de la Física teórica, y su creatividad para replantearla desde sus cimientos aún hoy nos asombra. Al respecto, Gardner (2011) considera que fue una ventaja para él trabajar en Física teórica, donde sus capacidades para imaginar problemas mentales y resolverlos de forma creativa desempeñaron un papel crucial. Desde esta perspectiva, resulta evidente que es más difícil alcanzar logros significativos, cuando la persona creativa requiere de recursos externos que no dependen de ella. Esta paradoja persiste y se hace más evidente cuando mentes creativas requieren de apoyo financiero y de costosos laboratorios y equipos para hacer su trabajo de investigación, así como de tiempo y colegas de alto nivel para ordenar su pensamiento y comprender los hallazgos de sus estudios.
De acuerdo con las tesis de Gardner (2011), Einstein tuvo condiciones cognitivas innatas que se desarrollaron debido a diversos factores contextuales y familiares, donde la posibilidad de desarrollar el pensamiento propio dentro de un marco de referencia sólido como fue la educación formal, parecen importantes. También, tuvo la asesoría y el apoyo de personas significativas en su vida: sus padres, su tío, el amigo de la familia Einstein, su colega y amigo Marcel Grossmann, y su colega y esposa Mileva Maric. A ellos se unen muchas otras personas de alto nivel de conocimiento y reconocimiento en el campo de la Física con quienes pudo entrar en contacto y compartir ideas, gracias a su notoriedad científica y al convertirse en una celebridad por ser distinguido con el Premio Nobel de Física.
Otro elemento relevante fue contextual y tiene que ver con el acceso al mundo académico y a la flexibilidad laboral de la que disfrutó en ese medio para dedicarse a sus investigaciones en Física teórica, donde hechos sus aportes fundamentales, abrió nuevos marcos de referencia para la disciplina y, con ello, a enigmas y problemas que remozaron el quehacer científico en el campo y en otras disciplinas afines.
Pese a la relevancia del contexto y las personas significativas que marcaron su vida y su obra, Einstein fue un investigador solitario, que prefería trabajar por su cuenta sin por ello desatender las demandas de diálogo que le hicieron en distintos momentos de su vida la comunidad científica y la sociedad en general. Con una inmensa capacidad para explicar de manera simple problemas de altísima complejidad teórica y matemática, fue un excelente comunicador científico, que mantuvo una conducta irreverente y casi infantil.
La vida y obra de Einstein muestran que el contexto sociocultural y familiar, el sistema educativo formal y la capacidad de organizaciones como los centros educativos, las universidades e institutos de investigación para acoger mentes brillantes y creativas son claves en el logro de aportes relevantes en todos los campos disciplinares. La flexibilidad con rigor científico y apoyo de personas expertas en los sistemas educativos parece jugar un rol determinante en el avance de ideas revolucionarias y el desarrollo de mentes creativas. ¿Estará nuestro sistema educativo en condiciones de favorecer la creatividad y acoger mentes brillantes? ¿Qué les parece?
Referencias bibliográficas
Gardner, H. (2011). Mentes creativas. Una anatomía de la creatividad. México: Paidós.
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