Como mencionamos en el comentario anterior, la creatividad es un tema que recientemente empieza a estudiarse en sus múltiples dimensiones y complejidad. Desde los comienzos de la investigación al respecto, surgió la suposición de que las personas creativas se ven influenciadas por su entorno social y cultural. A esta escuela se le conoce como los “ambientalistas”. Entre sus representantes más importantes destacan dos, fuertemente influenciados por la Teoría Cognitiva: Teresa Amabile, experta en Administración de Negocios de la Universidad de Harvard, creadora del modelo componencial (The social psychology of creativity, 1983) y Mihály Csíkszentmihályi, psicólogo y creador del modelo de sistemas (Creatividad: El fluir de la psicología del descubrimiento y la invención, 1998) (Velasco, 2007).
Los resultados de investigación de Amabile indican que existe una fuerte conexión entre motivación y creatividad, por lo que ambientes culturales y sociales estimulantes favorecen la actividad creadora. Opina que la solución de problemas, independientemente de su naturaleza, requiere de un entorno que reúna las condiciones necesarias para que las personas se comprometan con la búsqueda de soluciones innovadoras y pongan en juego su bagaje y experiencia personal para encontrar una respuesta plausible. Es común que las personas creativas tengan un alto nivel de motivación intrínseca; pero, las limitaciones extrínsecas derivadas del ambiente socio-cultural pueden inhibirla y, en consecuencia, actúan como obstáculos de la actividad creadora. La conclusión es que las características personales y socioculturales convergen para favorecer o dificultar la creatividad y la innovación.
La motivación extrínseca debe ser informativa y facultar a las personas para que desarrollen su pensamiento de manera autónoma y libre, de la mejor forma posible. El control y manipulación de la actuación de las personas ha mostrado ser contraproducente para la creatividad. De ahí la dificultad de armonizar la influencia del entorno socio-cultural con la actividad creadora, tanto individual como grupal, desde el enfoque conductista (Velasco, 2007).
Para Csíkszentmihályi, el problema de fondo de la creatividad subyace en la visión y valoración social que se haga de ella; es decir, sólo es posible cuando convergen personas capaces de ser creativas y entornos socioculturales que reconocen sus actuaciones como tales. Esto indicaría que el aspecto más importante es el medio ambiente, ya que de sus características y condiciones, favorables o no a la actividad creativa, dependerán las oportunidades reales de las personas para ser creativas. Desde esta perspectiva, las características psicológicas y cognitivas individuales pesan mucho menos que el ambiente en la ecuación de la creatividad.
Amabile propone una convergencia entre individuos creativos y entornos favorables a la creatividad. Csíkszentmihályi plantea que sólo cuando los ambientes socioculturales son capaces de propiciar la creatividad, ésta va a darse en personas creativas. La primera tiene un enfoque psicosocial; el segundo, sociológico.
Como verán, ambas posiciones son interesantes porque nos ponen frente a dos niveles críticos de la creatividad: las condiciones particulares de las personas creativas, que se reflejan en características psicológicas, cognitivas y emocionales; así como ciertas condiciones socioculturales o ambientales, que deben darse para que la creatividad prospere. Al margen del peso que tengan estos elementos en la ecuación de la creatividad, lo que parece incuestionable es que ambos “pesan”… De ser así, la familia, la comunidad y, por supuesto, las instituciones educativas ‒en tanto lugares privilegiados de socialización y desarrollo de las personas en los niveles subjetivo, intersubjetivo y cognitivo‒ juegan un papel crucial en la promoción de la creatividad. Pero, igualmente, son importantes los medios de comunicación y los diversos ambientes que las personas experimentan a lo largo de sus vidas, en particular, en el trabajo.
Hoy, sabemos con certeza que entornos socioculturales económica, emocional, intelectual y moralmente pobres tienen un efecto devastador en la psique y la inteligencia humana; por el contrario, personas que nacen y crecen en ambientes con estabilidad familiar, emocional y económica, donde hay espacios para el desarrollo cognitivo y cultural tienen más posibilidades de alcanzar un nivel intelectual elevado y una vida más feliz y plena. La pobreza, sumada al deterioro de las funciones básicas de la familia nuclear y a la pérdida de calidad de la educación a la que acceden niños, niñas y jóvenes, ciertamente, no nos ofrece un panorama satisfactorio para desarrollar el talento y la creatividad.
Si bien el fenómeno es complejo y requiere de soluciones integrales, es incuestionable que el sistema educativo puede contribuir de manera efectiva y eficaz al desarrollo de la creatividad, pero ello implica un desafío sin precedentes en la historia de la Educación como la conocemos desde la Era Moderna: romper con la visión fabril, la estructura organizativa y la cultura burocrática, y superar las funciones de diferenciación-segregación de la enseñanza y el aprendizaje; es decir, superar la educación masiva y masificada.
¿Creen que tal cosa sería posible?; y, de serlo, ¿qué cambios y dónde se necesitarían?, ¿cómo y en qué medida habría que implementarlos…?
Referencias bibliográficas
Velasco, Patricia. (2007). Psicología y creatividad: una revisión histórica. Venezuela: Fondo Editorial de Humanidades.