Las tecnologías de la información han jugado un papel determinante en el desarrollo de la civilización. El lenguaje oral, el escrito y los diferentes medios para almacenar y difundir el conocimiento están vinculados estrechamente con el avance del conocimiento. Expertos en el tema como McLuhan (1994, 2000) y Olson (1999) demuestran que cada medio de comunicación ha incidido en la forma como pensamos el mundo y a nosotros mismos. De igual modo, en cada época y contexto social las características de esas tecnologías han privilegiado ciertas funciones cognitivas. El lenguaje oral privilegió la memoria, el escrito la capacidad de abstracción y representación simbólica de la realidad. En nuestro tiempo las tecnologías digitales están integrando todas esas capacidades y llevándolas a niveles sin precedentes en la historia de la humanidad.
Cada tecnología de la información tiene requerimientos para su uso. De hecho, con la invención y empleo de la imprenta en Occidente se sentaron las bases para la educación como la conocemos desde la Era Moderna, donde el aumento y diversificación del uso de materiales impresos creó la necesidad de la alfabetización. Una persona analfabeta queda automáticamente excluida de una serie de beneficios de la cultura impresa. En la actualidad experimentamos un fenómeno semejante al que se vivió a inicios de la Era Moderna y hasta la primera mitad del siglo XX. De hecho, aún hoy millones de personas alrededor del mundo, especialmente en las regiones más pobres, son analfabetas.
Las demandas educativas de hoy son radicalmente distintas a las de la Era Moderna. Si bien los requerimientos de alfabetización convencional persisten, a ellos se suman la alfabetización digital y el desarrollo de competencias nuevas, para acceder de manera exitosa al mundo del trabajo y a la cultura. Entre ellas se señalan las siguientes:
1. Competencias cognitivas como: solución de problemas, pensamiento crítico, formulación de preguntas pertinentes, búsqueda de la información relevante, realización de juicios informados, uso eficiente de la información, realización de observaciones, investigaciones, invención y creación, análisis de datos o presentación de trabajos y conclusiones de forma eficiente, tanto oralmente como por escrito.
2. Competencias metacognitivas, que capaciten a las personas para la autorreflexión y la autoevaluación.
3. Competencias sociales para participar en discusiones de grupo, persuadir y trabajar cooperativamente.
4. Disposiciones afectivas para favorecer el trabajo eficaz, tales como: la perseverancia, la motivación intrínseca, un buen nivel de iniciativa y una actitud responsable, percepción de autoeficiencia e independencia, flexibilidad y capacidad para enfrentar situaciones frustrantes. (Vizcarro y León, 1998, p. 17-18)
Entre los principales retos de la educación contemporánea está atender las demandas educativas emergentes, porque el viejo modelo pedagógico tradicional-transmisionista y conductista son insuficientes para propiciar los conocimientos y competencias que se requieren para ser un ciudadano promedio en nuestro tiempo. Es probable que la educación enfrente hoy una transformación tanto o mas profunda que la que experimentó a inicios de la Era Industrial. Como suele suceder, en cambios de esa magnitud hay mucha confusión, resistencia al cambio, dudas e, incluso, retrocesos… Al respecto, Alvin Toffler escribió un libro paradigmático que les recomiendo, en ocasión de las profundas transformaciones que sufrieron las empresas en la transición del modelo capitalista industrial al postindustrial, titulado La empresa flexible. En él señala que las organizaciones cambian sólo cuando se dan tres condiciones: una fuerte presión externa, una fuerte presión e inconformidad interna y una alternativa de cambio.
En el campo de la educación tenemos hoy las condiciones para cambiar que menciona Toffler: una fuerte presión de la sociedad por una educación pertinente, de calidad y equitativa, una gran inconformidad de docentes y administradores de la educación pública, que día a día enfrentan las inconsistencias del sistema, y varias alternativas para el cambio del modelo pedagógico y organizativo. Lo que nos resta es la voluntad política y el compromiso de las autoridades políticas y académicas para hacer el cambio, que llevará tiempo pero dará frutos desde sus comienzos.
Biblografia
McLuhan, M. (1994). Understanding Media. The Extensions of Man. U.S.A.: MIT Press.McLuhan, M. (2000). The Gutenberg Galaxy. The making of typographic man. Canada: University of Toronto Press.
Olson, D. (1999). El mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la lectura en la estructura del conocimiento. España: Gedisa.
Toffler, A. (1997). La empresa flexible. Barcelona: Plaza & Janés.
Vizcarro, C. y León, J. A. (1998). Nuevas tecnologías para el aprendizaje. Madrid: Pirámide.
Me encantó el artículo.
ResponderEliminarAñadiría al último párrafo, que nos hacen falta opciones para pilotear otras estructuras educativas en el sector público, que permitan experimentar, modelar, salir de las ataduras hiltóricamente adquiridas, que no tienen sentido en estos momentos y que impiden atender las demandas de innovación y aprendizaje actuales.
Estimada Alejandra:
ResponderEliminarCoincido con usted aunque, como menciono, esas limitaciones sólo serán superadas cuando las condiciones estén dadas: el reconocimiento político y de las autoridades del gobierno de que lo que se hace en educación en la actualidades es insuficiente para atender las demandas educativas de la Sociedad de la Información y el Conocimiento, que se articule la presión de actores clave como las familias y el sector empleador, y que existan propuestas de cambio educativo viables y realistas, que den resultados en el corto plazo.
Las ataduras que hoy frenan el desarrollo de la educación nacional son más bien políticas e ideológicas que teóricas o tecnológicas. Lo importante es que el cambio no puede esperar y de ello somos concientes los costarricenses.
Creo que vale la pena rescatar los esfuerzos que hacen miles de maestras, maestros, profesores y profesoras a lo largo y ancho del país, por pensar y poner en práctica procesos educativos novedosos y de hacer intentos de innovación. El profesorado es uno de los principales agentes de cambio, que generalmente con poco o ningún reconocimiento y sin apoyo institucional adecuado emprendieron la tarea de "propiciar" una educación a la altura de los tiempos. Habrá que apoyarlos y seguirles los pasos para poner también nosotros nuestro "granito de arena".