En la actualidad, todo ser humano ‒la mayoría con miedo, asombro y repudio‒ sin importar el país o el continente donde viva, presencia una escalada generalizada de la violencia en todos los niveles y estratos sociales. Esto no implica que en el pasado no existiera; al contrario, la historia y los avances arqueológicos y antropológicos registran año tras año evidencias de una violencia y crueldad extremas en las civilizaciones primitivas, antiguas y recientes en todas las latitudes. Al margen del lugar y la época, la evidencia científica confirma que nuestra especie se caracteriza por una proclividad generalizada a la violencia, que va más allá del grado de desarrollo socioeconómico, político, científico y cultural.
Quizá, el punto de inflexión en la tendencia violenta de nuestra especie a partir del siglo XX, lo marcan su generalización y fundamentos. La violencia ha cobrado magnitudes sin precedentes y se ha extendido y profundizado en espacios donde, en principio, las personas acceden a un lugar seguro y encuentran el apoyo, el consuelo, la solidaridad y el amor indispensables para sobrevivir: la familia nuclear y la extendida.
El rápido deterioro de las funciones tradicionales de la familia (Beck, Beck-Gernsheim, 2001), el avance de una lógica económico-social de carácter individualista, burocrática, sobre administrada, regida por la ética de la ganancia económica a ultranza, así como la reversión de los principales logros de los sistemas políticos representativos y del Estado de Derecho (Beck, 1998; Beck, Giddens y Lash, 2001), se perfilan como causas irrefutables del acelerado deterioro de los basamentos sociales creados en la Era Moderna para controlar la violencia y reducir sus efectos destructivos. La Sociología, la Teoría del Poder y la Psicología Social han encontrado claves para explicar estos fenómenos, en particular sus fundamentos, porque si bien la violencia tiene distintos detonantes y motivaciones, destaca en la actualidad el aumento de la violencia sin sentido; es decir, de la violencia como fin en sí misma y no como un medio de defensa o para vencer al enemigo y obtener riqueza, beneficios o ventajas sobre otros.
A principios del siglo XX, los fundadores de la Escuela de Frankfurt hicieron aportes fundamentales para comprender el comportamiento violento que caracteriza las sociedades modernas y posmodernas; no obstante, los orígenes de una teoría al respecto están en la obra de Sigmund Freud, en uno de sus textos culturales más importantes, publicado en 1929: El malestar en la cultura, donde desarrolló el concepto clave de represión, que es de lectura obligada para entender algunos aspectos cruciales del incremento y profundización de la violencia en la Era Moderna y en la Posmoderna.
Otro pensador a quien hay que reconocer el descubrimiento de las causas y la explicación de fenómenos sociales de gran complejidad y magnitud como la violencia estructural es Karl Marx, quien no sólo desarrolló el concepto clave de alienación, sino que esclareció con cien años de anticipación el avance del capitalismo en la fase actual: la globalización. También, hoy es tarea obligada para toda persona vinculada a las ciencias sociales la lectura del tercer tomo de El Capital, que no en vano se titula: El proceso global de la producción capitalista. Como verán, esta noción en boga en nuestros días no es nueva, sino que fue acuñada y desarrollada por Marx en esa obra, publicada después de su muerte entre 1885 y 1894, por su colega y amigo Federico Engels.
Una teoría que aprovechó el poder explicativo del Psicoanálisis y el Materialismo histórico dialéctico: el Freudomarxismo, también ha hecho aportes fundamentales para hacer un abordaje científico de fenómenos sociales para los cuales no existía explicación alguna; entre ellos, el surgimiento, ascenso y crímenes contra la humanidad del nazismo.
Releyendo en estos días a Freud, encontré un texto que estudié hace muchos años en uno de mis cursos de Filosofía, que me sorprendió entonces y ahora todavía más por varias razones. La primera, por su vigencia. La segunda, porque fue una carta de respuesta de Freud a una misiva de Albert Einstein en razón de un tema que para ambos fue trascendental: la guerra, pues padecieron en carne propia y fueron víctimas directas del ascenso del nazismo y las implicaciones de la Segunda Guerra Mundial. Otra, debido a que, como eminentes e innovadores científicos de la época, la pregunta que los ocupó entonces no se relacionó con las intrincadas fuerzas del átomo o la velocidad de la luz, ni con las complejidades del inconsciente y la neurosis, sino con el por qué de la guerra. En julio de 1932, Albert Einstein le envió una carta a Sigmund Freud invitándole a pronunciarse desde su especialidad, sobre la existencia de algún mecanismo para evitar a la humanidad los estragos de la guerra.
En ese encuentro de dos mentes extraordinarias, a partir de las tesis de Einstein, Freud hizo una recopilación de ellas y una síntesis impecable de su propio pensamiento sobre las consideraciones de lo psicológico indispensables para comprender un fenómeno social de las dimensiones, características y consecuencias de la guerra. Einstein aventuró algunas hipótesis e hizo referencia a las relaciones entre el Derecho y el poder. Freud, por su parte, en su carta de respuesta argumentó que el Derecho fue una evolución del segundo, porque el poder adquirió esa condición tardíamente en la historia, ya que en la fase primitiva habría que considerarlo como “fuerza física”, que fue aumentando conforme se desarrollaron herramientas y armas.
En esa fase de nuestro proceso evolutivo, quien tenía la fuerza estaba en ventaja sobre los más débiles y el Derecho como lo conocemos hoy no existía: prevalecía el interés y el deseo del más fuerte. No obstante, con la invención de armas y herramientas cobró mayor relevancia la superioridad intelectual, pero sin superar aún la fuerza como medio para resolver conflictos y dirimir intereses encontrados.
Si bien la fuerza y su correlato: la violencia, son mecanismos eficientes y eficaces para edificar sistemas sociales, Freud sostuvo la tesis de que otro componente de la vida social tiene el mismo significado y propósito: los lazos afectivos. Al respecto, afirmó lo siguiente:
Hemos visto que una comunidad humana se mantiene unida merced a dos factores: el imperio de la violencia y los lazos afectivos ‒técnicamente los llamados identificaciones‒ que ligan a sus miembros. Desapareciendo uno de aquellos, el otro podrá posiblemente mantener unida a la comunidad. Desde luego, las mencionadas ideas sólo poseen trascendencia si expresan importantes intereses comunes a todos los individuos. (Freud, 1981, p. 2311)
Hemos visto que una comunidad humana se mantiene unida merced a dos factores: el imperio de la violencia y los lazos afectivos ‒técnicamente los llamados identificaciones‒ que ligan a sus miembros. Desapareciendo uno de aquellos, el otro podrá posiblemente mantener unida a la comunidad. Desde luego, las mencionadas ideas sólo poseen trascendencia si expresan importantes intereses comunes a todos los individuos. (Freud, 1981, p. 2311)
Con base en esta explicación de las dos vías para edificar la vida social, se podría interpretar que en la actualidad los lazos afectivos ceden ante su contraparte: la violencia, como fuente de unión social. Junto con la delincuencia común y el crimen organizado, la familia nuclear y extendida se han convertido en campos de batalla: parejas que se matan entre sí, hijos e hijas violados, torturados y abusados por sus padres, madres, abuelas, abuelos, hermanos, hermanas, tíos, tías y otros parientes cercanos o lejanos son tristes evidencias de ello.
Nuestro tiempo se caracteriza por el incremento sostenido de niñas y niños en manos de personas adictas o inmaduras, e insolventes emocional y económicamente para cuidarlos y satisfacer sus necesidades básicas. Cientos de madres y padres adolescentes, que siendo aún niñas y niños, deben asumir las responsabilidades de atender a sus hijas e hijos, como bien dice Serrat, "sin conocer el oficio y sin vocación" para ello, por razones obvias, tienen más probabilidades de equivocarse en su crianza y cuidados que quienes acceden a la maternidad y la paternidad en su vida adulta.
Niños y niñas en manos de cuidadores ajenos a la familia, sin el apego afectivo que esos vínculos conllevan, o de personas adultas mayores tienen limitaciones significativas para recibir una socialización primaria adecuada... Año tras año, gran cantidad de la población infantil de preescolar y primaria ingresa a las aulas con serios problemas de reconocimiento de límites, disciplina, hábitos de higiene y estudio, autocuidado y estilos de vida saludables... Pero, lo más importante, con grandes carencias afectivas y procesos de identificación con figuras adultas distorisionadas que se arraigarán en la elaboración de lazos sociales mediados por la violencia...
En un escenario de pobreza, las pandillas de niñas, niños y adolescentes -tan comunes en nuestros días- son una respuesta a las carencias afectivas y a las identificaciones inadecuadas con personas adultas, cuya característica común es la violencia y el abuso del poder que ella confiere a través del miedo, el irrespeto a la ley y la delincuencia. Pese a que en condiciones de pobreza estas situaciones son más frecuentes, no escapan al flagelo de la violencia quienes proceden de los estratos sociales medios y altos.
En un escenario de pobreza, las pandillas de niñas, niños y adolescentes -tan comunes en nuestros días- son una respuesta a las carencias afectivas y a las identificaciones inadecuadas con personas adultas, cuya característica común es la violencia y el abuso del poder que ella confiere a través del miedo, el irrespeto a la ley y la delincuencia. Pese a que en condiciones de pobreza estas situaciones son más frecuentes, no escapan al flagelo de la violencia quienes proceden de los estratos sociales medios y altos.
Hoy se admira más a quien delinque que a quien se gana la vida de manera honrada. Quien estudia es un "verde" y un "estúpido", y el que se roba el examen el "vivo" y el que se da la "gran vida". En las instituciones educativas el bullyng es de vieja data en todas las latitudes y se caracteriza porque los que tienen alguna ventaja social, económica y estética o fuerza física se unen para martirizar y abusar de aquellos a los que consideran débiles, tontos, feos o forman parte de una minoría social. Las víctimas más comunes suelen ser las personas "diferentes", en particular gays, personas obesas o muy delgadas, o con alguna discapacidad física o mental. Como verán, hace muchos años que la violencia como fin en sí misma y fuente de placer y regocijo de sociópatas está presente en las instituciones educativas.
Recuerdo el estupor de un compañero de la UCR que estudió un posgrado en México, cuando me contaba que en ese país la corrupción y el deterioro social eran tales que el que no robaba era, literalmente, considerado un "tonto". Ese tipo de sociedades, al que ya la nuestra se acerca bastante, están condenadas a fracasar y se caen por su propio peso. Ninguna sociedad que se base en la violencia y la corrupción generalizada puede ser exitosa y reproducible en el tiempo. Recordemos que después de 600 años de abusos, guerras crueles y glorias, el Imperio Romano cayó estrepitosamente, no sin antes hacer implosión por la corrupción extrema y la lucha interna de grupos de poder, todos igualmente violentos, asesinos, depredadores, crueles y mediados por la traición. Lo mismo ocurrió con el Absolutismo y la Santa Inquisición...
Otra inferencia que podemos hacer de la tesis de Freud es que el fortalecimiento de la afectividad y el desarrollo de vínculos emocionales saludables y socialmente orientados al bien común son una alternativa para reducir la violencia en las instituciones educativas. Creo que el uso de la represión objetiva es inevitable y que deben incrementarse las medidas de seguridad en los centros educativos, pero esto no es suficiente... un aumento de la represión sin un adecuado acompañamiento de actividades y procesos que favorezcan el desarrollo emocional, que liguen a la comunidad escolar de manera edificante en los niveles personal y colectivo, sólo aumentará las reacciones violentas.
Si bien el profesorado y el personal administrativo tienen este desafío, no pueden hacerlo solos. Ante tareas de esa magnitud deben aunarse esfuerzos y converger diferentes instituciones sociales estratégicas, como las universidades y entidades estatales y privadas, cuyo fin común sea la prevención de problemas sociales endémicos en nuestro tiempo, tales como la pobreza, el abandono y abuso de menores y adolescentes, la delincuencia común y el crimen organizado en todas sus manifestaciones.
En nuestro tiempo es necesario que las instituciones educativas reciban el apoyo de otras organizaciones y agencias sociales públicas y privadas, si realmente queremos hacer un plan que reduzca y prevenga la violencia. No olvidemos que nuestras niñas, niños y jóvenes son el futuro de nuestros países y de la humanidad en general. De la forma como actuemos hoy y del tipo de desarrollo que les otorguemos depende el futuro de nuestra especie...
Nuestro planeta ya ha enfrentado cinco extinciones masivas en el pasado, de las cuales la del Cretácico-Terciario hace 65 millones de años fue la última. Por eso, nuestro principal problema no es lo que estamos haciéndole al planeta en términos de contaminación y destrucción de especies, ni el cambio climático, sino las macrotencias sociales, económicas y culturales que los provocan... probablemente la Naturaleza y el planeta se repondrán de nuestros excesos... El problema de fondo es que no estaremos entre las especies que presenciarán los nuevos paisajes y prosperarán en el nuevo mundo...
Estos esfuerzos no sólo serán costosos, sino que exigirán formas de coordinación y organización inéditas en el sistema educativo público, así como nuevos vínculos con sectores estratégicos. Sin embargo, debemos reflexionar, como lo hizo la Dra. Eleonora Badilla -Directora del Centro de Evaluación Académica de la UCR- en una conferencia organizada por la Federación de Estudiantes de esa universidad sobre la acreditación universitaria, el pasado 14 de junio en la Facultad de Educación, al comentar que la educación de calidad era muy cara, pero que debíamos imaginar cuán más costosa podría ser una educación de baja calidad y, más aún, una ciudadanía sin educación... A esta tesis se adscribió el Sr. Ministro de Educación, Dr. Leonardo Garnier, quien también participó en esa conferencia.
Les invito a releer estos viejos textos de Freud, Einstein y Marx, y ojalá que sus tesis nos iluminen para encontrar salidas a problemas que ya se salieron de proporciones, frente a los cuales ningún sector tiene todavía propuestas creativas e innovadoras que permitan frenar y revertir la escalada de la violencia en las instituciones educativas, ni para convertirlas en nuevos centros de paz, seguridad, solidaridad, felicidad, respeto y construcción de ciudadanía, donde aprender sea una alternativa real para salir de la pobreza moral, social, cultural y económica que hoy nos atraviesa a todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo. ¿Qué les parece?
Nos encantaría conocer sus ideas para dar, finalmente, un "giro copernicano" a la educación pública de este pequeño, violento y atribulado país...
Referencias bibliográficas
Beck, U. (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. España: Paidós.
Beck, U., Giddens, A. y Lash, S. (2001). Modernización reflexiva. Política, tradición y estética en el orden social moderno. Madrid: Alianza Universidad.
Beck, U., Giddens, A. y Lash, S. (2001). Modernización reflexiva. Política, tradición y estética en el orden social moderno. Madrid: Alianza Universidad.
Beck, U. y Beck-Gernsheim, E. (2001). El normal caos del amor. Las nuevas formas de la relación amorosa. Barcelona: Paidós.
Freud, S. (1981). Obras completas. Madrid: Biblioteca Nueva.