A veinticinco años de la impronta de
las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la historia reciente de
la humanidad -porque provocaron un punto de inflexión entre la Era Industrial y
la Postindustrial, la Modernidad y la Posmodernidad- y de su ingreso en las
instituciones educativas: primero en educación básica, luego en la secundaria y
a finales de la década de 1990 en educación superior, en la actualidad nos
encontramos en una situación compleja y paradójica que requiere continuar con
los esfuerzos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) sobre el fenómeno
TIC en las sociedades actuales y, en particular, en Educación.
A inicios de la década de 1980,
empezó el debate sobre los alcances e impacto de las TIC en el desarrollo
económico, social, educativo y cultural, y desde entonces se alertó sobre la brecha digital, entendida inicialmente
como la distancia en términos de oportunidades entre quienes tenían acceso a
esas tecnologías y quienes no, a partir de análisis diferenciados entre países
desarrollados y subdesarrollados, así como entre países y regiones. Los
hallazgos de investigación en diferentes contextos mostraron que en las
naciones que se encontraban en “vías de desarrollo”, se presentaban mayores desigualdades
de acceso a esas tecnologías que se profundizaban debido a asimetrías y formas
de exclusión social, relacionadas con factores como sexo, etnia, nivel
educativo, ingreso per cápita, clase social y lugar de residencia. Se encontró,
además, que en los países pobres las diferencias de acceso a las TIC entre
zonas urbanas y rurales se incrementaban, como consecuencia del escaso
desarrollo en infraestructura pública y telecomunicaciones, el limitado acceso a computadoras
y, por supuesto, a educación pública de nivel de primaria y secundaria pertinente, equitativa y de
calidad que predomina en territorios rurales.
El estudio sistemático del acceso a
las TIC ha llevado el debate a múltiples derivaciones, entre ellas: usos de las TIC, migrantes y nativos
digitales, conectividad e Internet, características de la tecnología, nivel
educativo, sexo, etnia, trabajo y ocio, entre otros, que pese a sus diferencias
tienen en común la exploración del impacto de esos medios en el estilo de
desarrollo contemporáneo, porque las oportunidades de crecimiento personal y social
se encuentran vinculadas al acceso a esos medios; pero, sobre todo, a la
capacidad de hacer un uso provechoso de ellos, en aras del desarrollo
educativo, social, político, económico y cultural.
Ante la complejidad y diversidad que
caracteriza el debate actual sobre la brecha digital, es importante recuperar
los aspectos que la relacionan con el acceso a la educación, porque rompen con
un mito que predominó durante varias décadas: la tesis de que el acceso a las
TIC en los centros educativos era la vía para reducir la brecha digital. Ante el
masivo apoyo a esta tesis de organismos internacionales, políticos y la comunidad de especialistas en educación, a lo
largo y ancho del planeta se hicieron inversiones millonarias para equipar
instituciones de primaria y secundaria, a partir de la década de 1980. Veinticinco
años después del ingreso de esos medios a los centros educativos, los
resultados en términos de calidad, pertinencia y equidad de la educación no son
los esperados. Esta situación también se dio en América Latina y, por supuesto,
en Costa Rica. La mayor inversión en educación a escala planetaria de los últimos
cincuenta años resultó un fracaso en términos de la relación costo-beneficio
que se previó inicialmente.
Ante la debacle de la calidad educativa
que se hizo manifiesta a finales de la década de 1980 y persiste hasta hoy
en muchos países y regiones del mundo, fue insostenible la tesis de que el
acceso a las TIC era suficiente para alcanzar los cambios educativos requeridos
para desarrollar las competencias básicas para un uso adecuado de esos medios
en los procesos de enseñanza y aprendizaje. También, resultó evidente que se
debían revisar otros componentes del proceso educativo, como el diseño
curricular y el enfoque pedagógico, en tanto base y fundamentos del proceso de
enseñanza y aprendizaje. Frente a los hechos, finalmente se reconoce que el
cambio educativo con TIC no se reduce al acceso a esos medios ni a Internet, sino que
se asocia al desarrollo cognitivo de los principales actores del proceso
educativo: docentes y estudiantes.
En relación con el desarrollo
cognitivo del profesorado, todo apunta que dos factores son claves: la
formación inicial y en servicio. En cuanto al desarrollo cognitivo del estudiantado,
se apela a nuevos enfoques pedagógicos, que favorezcan el diseño de propuestas
curriculares que promuevan el desarrollo de habilidades de pensamiento de alto
nivel. Los hallazgos de investigación sugieren que es indispensable revisar la
estructura organizacional y funcional de los sistemas educativos en general y,
en particular, la de las instituciones educativas. Como verán, todo indica que
es impostergable una revisión de los sistemas educativos como un todo, para
implementar los cambios necesarios para pasar de una educación masificada,
masiva y orientada al desarrollo de habilidades cognitivas de bajo nivel y
nivel medio, hacia otra capaz de desarrollar las habilidades y competencias
cognitivas, psicológicas y socioafectivas del siglo XXI (OCDE, 2010), a las que
hemos hecho referencia en otras entregas de este blog:
- Competencias cognitivas como solución de problemas, pensamiento crítico, formulación de preguntas pertinentes, búsqueda de la información relevante, realización de juicios informados, uso eficiente de la información, realización de observaciones, investigaciones, invención y creación, análisis de datos o presentación de trabajos y conclusiones de forma eficiente, tanto oralmente como por escrito.
- Competencias metacognitivas que capaciten [a las personas] para la autorreflexión y la autoevaluación.
- Competencias sociales que le permitan participar y, en su caso, dirigir discusiones de grupo, persuadir, trabajar cooperativamente.
- Disposiciones afectivas que hagan posible un trabajo eficaz, tales como la perseverancia, la motivación intrínseca, un buen nivel de iniciativa y una actitud responsable, así como la percepción de autoeficiencia, o la suficiente independencia, flexibilidad y capacidad para enfrentarse a situaciones frustrantes cuando sea necesario. (Vizcarro y León, 1998, pp. 17-18)
Como verán, la brecha digital dio
paso a avances epistemológicos y teóricos sobre este tema que permitieron el
desarrollo de un campo nuevo de investigación en Educación, donde se explorara,
explica y comprende cómo la brecha educativa -entendida como la distancia entre
las personas que tienen acceso a educación pertinente, equitativa y de calidad
y las que no- se amplifica ante al acceso a las TIC. Hoy se cuenta con
evidencias suficientes para afirmar que la exclusión de educación pertinente y
de calidad empobrece el uso y aprovechamiento de esas tecnologías, lo que
radicaliza formas de exclusión social de diversa índole que condenan a las
personas y los pueblos al subdesarrollo, la pobreza y la sumisión política,
económica y cultural. Tener acceso a las TIC es condición necesaria, pero no
suficiente para aprovecharlas en sus potencialidades y favorecer con ello el
desarrollo personal y social.
En medio del anonadamiento y el letargo de los últimos años en Educación, fuerzas científicas, sociales y políticas emergentes dan señales de nuevas posibilidades para una auténtica revolución educativa, donde las TIC se conviertan en herramientas que apoyen procesos de enseñanza y aprendizaje orientados al desarrollo de capacidades indispensables para vivir en el siglo XXI y beneficiarse de uno de los principales logros de nuestra civilización: las tecnologías digitales e Internet. Entretenerse con las TIC, participar en redes sociales y usar el correo electrónico o chats como medios de comunicación no implican una adecuada alfabetización info-comunicacional ni cierran la brecha digital… ¿Qué les parece?
Referencias bibliográficas
Vizcarro, C. y León, J. A. (1998). Nuevas tecnologías para el aprendizaje. Madrid: Pirámide.
OCDE. (2010). Habilidades y competencias del siglo XXI para los aprendices del nuevo milenio en los países de la OCDE. Recuperado de: http://recursostic.educacion.es/blogs/europa/media/blogs/europa/informes/Habilidades_y_competencias_siglo21_OCDE.pdf