domingo, 29 de septiembre de 2013

Brecha digital y brecha educativa: las dos caras de la moneda en alfabetización digital


A veinticinco años de la impronta de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la historia reciente de la humanidad -porque provocaron un punto de inflexión entre la Era Industrial y la Postindustrial, la Modernidad y la Posmodernidad- y de su ingreso en las instituciones educativas: primero en educación básica, luego en la secundaria y a finales de la década de 1990 en educación superior, en la actualidad nos encontramos en una situación compleja y paradójica que requiere continuar con los esfuerzos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) sobre el fenómeno TIC en las sociedades actuales y, en particular, en Educación.

A inicios de la década de 1980, empezó el debate sobre los alcances e impacto de las TIC en el desarrollo económico, social, educativo y cultural, y desde entonces se alertó sobre la brecha digital, entendida inicialmente como la distancia en términos de oportunidades entre quienes tenían acceso a esas tecnologías y quienes no, a partir de análisis diferenciados entre países desarrollados y subdesarrollados, así como entre países y regiones. Los hallazgos de investigación en diferentes contextos mostraron que en las naciones que se encontraban en “vías de desarrollo”, se presentaban mayores desigualdades de acceso a esas tecnologías que se profundizaban debido a asimetrías y formas de exclusión social, relacionadas con factores como sexo, etnia, nivel educativo, ingreso per cápita, clase social y lugar de residencia. Se encontró, además, que en los países pobres las diferencias de acceso a las TIC entre zonas urbanas y rurales se incrementaban, como consecuencia del escaso desarrollo en infraestructura pública y telecomunicaciones, el limitado acceso a computadoras y, por supuesto, a educación pública de nivel de primaria y secundaria pertinente, equitativa y de calidad que predomina en territorios rurales.

El estudio sistemático del acceso a las TIC ha llevado el debate a múltiples derivaciones, entre ellas:  usos de las TIC, migrantes y nativos digitales, conectividad e Internet, características de la tecnología, nivel educativo, sexo, etnia, trabajo y ocio, entre otros, que pese a sus diferencias tienen en común la exploración del impacto de esos medios en el estilo de desarrollo contemporáneo, porque las oportunidades de crecimiento personal y social se encuentran vinculadas al acceso a esos medios; pero, sobre todo, a la capacidad de hacer un uso provechoso de ellos, en aras del desarrollo educativo, social, político, económico y cultural.

Ante la complejidad y diversidad que caracteriza el debate actual sobre la brecha digital, es importante recuperar los aspectos que la relacionan con el acceso a la educación, porque rompen con un mito que predominó durante varias décadas: la tesis de que el acceso a las TIC en los centros educativos era la vía para reducir la brecha digital. Ante el masivo apoyo a esta tesis de organismos internacionales, políticos y la comunidad de especialistas en educación, a lo largo y ancho del planeta se hicieron inversiones millonarias para equipar instituciones de primaria y secundaria, a partir de la década de 1980. Veinticinco años después del ingreso de esos medios a los centros educativos, los resultados en términos de calidad, pertinencia y equidad de la educación no son los esperados. Esta situación también se dio en América Latina y, por supuesto, en Costa Rica. La mayor inversión en educación a escala planetaria de los últimos cincuenta años resultó un fracaso en términos de la relación costo-beneficio que se previó inicialmente.

Ante la debacle de la calidad educativa que se hizo manifiesta a finales de la década de 1980 y persiste hasta hoy en muchos países y regiones del mundo, fue insostenible la tesis de que el acceso a las TIC era suficiente para alcanzar los cambios educativos requeridos para desarrollar las competencias básicas para un uso adecuado de esos medios en los procesos de enseñanza y aprendizaje. También, resultó evidente que se debían revisar otros componentes del proceso educativo, como el diseño curricular y el enfoque pedagógico, en tanto base y fundamentos del proceso de enseñanza y aprendizaje. Frente a los hechos, finalmente se reconoce que el cambio educativo con TIC no se reduce al acceso a esos medios ni a Internet, sino que se asocia al desarrollo cognitivo de los principales actores del proceso educativo: docentes y estudiantes.

En relación con el desarrollo cognitivo del profesorado, todo apunta que dos factores son claves: la formación inicial y en servicio. En cuanto al desarrollo cognitivo del estudiantado, se apela a nuevos enfoques pedagógicos, que favorezcan el diseño de propuestas curriculares que promuevan el desarrollo de habilidades de pensamiento de alto nivel. Los hallazgos de investigación sugieren que es indispensable revisar la estructura organizacional y funcional de los sistemas educativos en general y, en particular, la de las instituciones educativas. Como verán, todo indica que es impostergable una revisión de los sistemas educativos como un todo, para implementar los cambios necesarios para pasar de una educación masificada, masiva y orientada al desarrollo de habilidades cognitivas de bajo nivel y nivel medio, hacia otra capaz de desarrollar las habilidades y competencias cognitivas, psicológicas y socioafectivas del siglo XXI (OCDE, 2010), a las que hemos hecho referencia en otras entregas de este blog:
  1. Competencias cognitivas como solución de problemas, pensamiento crítico, formulación de preguntas pertinentes, búsqueda de la información relevante, realización de juicios informados, uso eficiente de la información, realización de observaciones, investigaciones, invención y creación, análisis de datos o presentación de trabajos y conclusiones de forma eficiente, tanto oralmente como por escrito.
  2. Competencias metacognitivas que capaciten [a las personas] para la autorreflexión y la autoevaluación.
  3. Competencias sociales que le permitan participar y, en su caso, dirigir discusiones de grupo, persuadir, trabajar cooperativamente.
  4. Disposiciones afectivas que hagan posible un trabajo eficaz, tales como la perseverancia, la motivación intrínseca, un buen nivel de iniciativa y una actitud responsable, así como la percepción de autoeficiencia, o la suficiente independencia, flexibilidad y capacidad para enfrentarse a situaciones frustrantes cuando sea necesario. (Vizcarro y León, 1998, pp. 17-18)
    Como verán, la brecha digital dio paso a avances epistemológicos y teóricos sobre este tema que permitieron el desarrollo de un campo nuevo de investigación en Educación, donde se explorara, explica y comprende cómo la brecha educativa -entendida como la distancia entre las personas que tienen acceso a educación pertinente, equitativa y de calidad y las que no- se amplifica ante al acceso a las TIC. Hoy se cuenta con evidencias suficientes para afirmar que la exclusión de educación pertinente y de calidad empobrece el uso y aprovechamiento de esas tecnologías, lo que radicaliza formas de exclusión social de diversa índole que condenan a las personas y los pueblos al subdesarrollo, la pobreza y la sumisión política, económica y cultural. Tener acceso a las TIC es condición necesaria, pero no suficiente para aprovecharlas en sus potencialidades y favorecer con ello el desarrollo personal y social.

    En medio del anonadamiento y el letargo de los últimos años en Educación, fuerzas científicas, sociales y políticas emergentes dan señales de nuevas posibilidades para una auténtica revolución educativa, donde las TIC se conviertan en herramientas que apoyen procesos de enseñanza y aprendizaje orientados al desarrollo de capacidades indispensables para vivir en el siglo XXI y beneficiarse de uno de los principales logros de nuestra civilización: las tecnologías digitales e Internet. Entretenerse con las TIC, participar en redes sociales y usar el correo electrónico o chats como medios de comunicación no implican una adecuada alfabetización info-comunicacional ni cierran la brecha digital… ¿Qué les parece? 

    Referencias bibliográficas 

    Vizcarro, C. y León, J. A. (1998).  Nuevas tecnologías para el aprendizaje.  Madrid: Pirámide. 

    OCDE. (2010). Habilidades y competencias del siglo XXI para los aprendices del nuevo milenio en los países de la OCDE. Recuperado de: http://recursostic.educacion.es/blogs/europa/media/blogs/europa/informes/Habilidades_y_competencias_siglo21_OCDE.pdf