Una de las características propias de la especie humana es la capacidad de aprender. En tanto especie social, el bagaje que ofrecen la sociedad y la cultura es indispensable para garantizar la sobrevivencia y desarrollo de los individuos, independientemente del momento histórico y la cultura en la cual nacen. Ante este hecho, es irrefutable que el ser humano tiene la capacidad de aprender desde el nacimiento hasta la muerte, gracias a dos de sus características únicas: la filogenia y la ontogenia. Entendida la primera como la herencia biológica; la segunda, como la herencia sociocultural, de la cual el lenguaje es uno de los principales legados.
Si bien el ser humano aprende gracias a su naturaleza biológica y sociocultural, cuando se habla de “conocimiento” y “construcción o adquisición del conocimiento”, se ingresa a un escenario completamente otro, pues ello supone la consecución y debida apropiación de una visión y explicación particular de la realidad ‒o del “mundo de la vida”, como propone Habermas‒ producto del avance de la sociedad y los aportes que hacen los individuos en su producción, uso, conservación, transmisión y transformación. Además, se supone que el “conocimiento” es el resultado de una actividad humana intencionada y particular, orientada a dar respuesta y solución a problemas o enigmas relacionados con la producción y reproducción de la vida material, social, cultural y psicológica de los individuos que conforman la sociedad. Por esta razón, el conocimiento está determinado por el grado de desarrollo social, y los mecanismos y estrategias utilizadas para que los individuos se apropien de él y participen de sus beneficios, para el logro de una meta común fundamental: sobrevivir.
Para mayor complejidad, el fenómeno que llamamos “conocimiento” es posible gracias una posición epistemológica, donde se establecen las condiciones para que un conocimiento sea posible y se le considere como tal. Desde esta perspectiva, debe cumplir con una serie de reglas establecidas por consenso para adquirir esa condición. Desde el inicio de la Filosofía en el siglo VI a.C., el conocimiento fue uno de los problemas centrales a explicar por esta disciplina y, en general, desde entonces se le atribuyen las siguientes características: es racional y lógico, verificable y, en consecuencia, "verdadero" de acuerdo con un canon establecido. En el cumplimiento de esas características el conocimiento resulta útil para la solución de problemas que interesa resolver a los seres humanos para subsistir; y, posteriormente, para mejorar las condiciones y la calidad de la vida social e individual.
Pero, esto es sólo el comienzo del problema del conocimiento, ya que la historia registra diferentes posiciones epistemológicas, desde las cuales se responde a las preguntas fundamentales de esta área de la Filosofía: ¿cómo conoce el ser humano?, ¿qué es posible conocer de la realidad externa e interna del ser humano? y ¿cuáles son las condiciones objetivas para que un proceso de conocimiento sea viable y produzca, finalmente, una explicación verdadera de la realidad objeto de estudio?
Debido a que cada epistemología propone cómo aprende el ser humano, qué puede ser conocido y bajo qué criterios esto es posible, la respuesta a esa pregunta no es única, porque depende de cada posición epistemológica de que se trate. A esta pregunta respondieron desde diferentes perspectivas, la Teoría Conductista del aprendizaje (Watson y Skinner), la Teoría cognitiva (Piaget, Bruner y Ausubel), y la Teoría constructivista, donde convergen algunos pensadores de la teoría cognitiva y Vygotski. También, el construccionismo de Seymour Papert, quien fue discípulo de Piaget y tomó algunos de sus principales postulados de ese importante e influyente teórico de la Psicología Psicogenética. Papert define su posición sobre el aprendizaje de la siguiente forma: “Tomamos de las teorías contructivistas de la psicología el enfoque de que el aprendizaje es mucho más una reconstrucción que una transmisión de conocimientos. A continuación, extendemos la idea de materiales manipulables a la idea de que el aprendizaje es más eficaz cuando es parte de una actividad que el sujeto experimenta como la construcción de un producto significativo” (http://es.wikipedia.org/wiki/Construccionismo).
Las teorías sobre el aprendizaje presuponen en el ser humano la capacidad innata para aprender, pero sostienen que la adquisición del conocimiento socialmente relevante en general y del científico en particular, sólo es posible a través de la intervención de otros seres humanos y de procesos de aprendizaje intencionados, planificados y guiados por personas capaces de enseñarlos, donde la mediación pedagógica a través de diferentes dispositivos y artefactos es indispensable.
Si bien el ser humano aprende gracias a su naturaleza biológica y sociocultural, cuando se habla de “conocimiento” y “construcción o adquisición del conocimiento”, se ingresa a un escenario completamente otro, pues ello supone la consecución y debida apropiación de una visión y explicación particular de la realidad ‒o del “mundo de la vida”, como propone Habermas‒ producto del avance de la sociedad y los aportes que hacen los individuos en su producción, uso, conservación, transmisión y transformación. Además, se supone que el “conocimiento” es el resultado de una actividad humana intencionada y particular, orientada a dar respuesta y solución a problemas o enigmas relacionados con la producción y reproducción de la vida material, social, cultural y psicológica de los individuos que conforman la sociedad. Por esta razón, el conocimiento está determinado por el grado de desarrollo social, y los mecanismos y estrategias utilizadas para que los individuos se apropien de él y participen de sus beneficios, para el logro de una meta común fundamental: sobrevivir.
Para mayor complejidad, el fenómeno que llamamos “conocimiento” es posible gracias una posición epistemológica, donde se establecen las condiciones para que un conocimiento sea posible y se le considere como tal. Desde esta perspectiva, debe cumplir con una serie de reglas establecidas por consenso para adquirir esa condición. Desde el inicio de la Filosofía en el siglo VI a.C., el conocimiento fue uno de los problemas centrales a explicar por esta disciplina y, en general, desde entonces se le atribuyen las siguientes características: es racional y lógico, verificable y, en consecuencia, "verdadero" de acuerdo con un canon establecido. En el cumplimiento de esas características el conocimiento resulta útil para la solución de problemas que interesa resolver a los seres humanos para subsistir; y, posteriormente, para mejorar las condiciones y la calidad de la vida social e individual.
Pero, esto es sólo el comienzo del problema del conocimiento, ya que la historia registra diferentes posiciones epistemológicas, desde las cuales se responde a las preguntas fundamentales de esta área de la Filosofía: ¿cómo conoce el ser humano?, ¿qué es posible conocer de la realidad externa e interna del ser humano? y ¿cuáles son las condiciones objetivas para que un proceso de conocimiento sea viable y produzca, finalmente, una explicación verdadera de la realidad objeto de estudio?
Debido a que cada epistemología propone cómo aprende el ser humano, qué puede ser conocido y bajo qué criterios esto es posible, la respuesta a esa pregunta no es única, porque depende de cada posición epistemológica de que se trate. A esta pregunta respondieron desde diferentes perspectivas, la Teoría Conductista del aprendizaje (Watson y Skinner), la Teoría cognitiva (Piaget, Bruner y Ausubel), y la Teoría constructivista, donde convergen algunos pensadores de la teoría cognitiva y Vygotski. También, el construccionismo de Seymour Papert, quien fue discípulo de Piaget y tomó algunos de sus principales postulados de ese importante e influyente teórico de la Psicología Psicogenética. Papert define su posición sobre el aprendizaje de la siguiente forma: “Tomamos de las teorías contructivistas de la psicología el enfoque de que el aprendizaje es mucho más una reconstrucción que una transmisión de conocimientos. A continuación, extendemos la idea de materiales manipulables a la idea de que el aprendizaje es más eficaz cuando es parte de una actividad que el sujeto experimenta como la construcción de un producto significativo” (http://es.wikipedia.org/wiki/Construccionismo).
Las teorías sobre el aprendizaje presuponen en el ser humano la capacidad innata para aprender, pero sostienen que la adquisición del conocimiento socialmente relevante en general y del científico en particular, sólo es posible a través de la intervención de otros seres humanos y de procesos de aprendizaje intencionados, planificados y guiados por personas capaces de enseñarlos, donde la mediación pedagógica a través de diferentes dispositivos y artefactos es indispensable.
Siguiendo los postulados de las teorías mencionadas, es evidente que coinciden en la tesis que el ser humano tiene la capacidad innata para aprender, pero requiere de la ayuda de otras personas que poseen el conocimiento, para aprehenderlo y acceder a él. Desde esta perspectiva, la educación es una función esencial en la producción y reproducción de la vida social e individual, y ha existido siempre: primero, como actividad intuitiva basada en la experiencia y el “ensayo-error”; luego, como una función social reglamentada jurídica y teóricamente.
Ante la diversidad de posiciones teóricas y definiciones del aprendizaje, a continuación ofrecemos un cuadro que resume las principales tesis al respecto. Les invito a reflexionar sobre las implicaciones que tiene cada una de ellas para la enseñanza y qué entenderíamos por "innovación de la Educación" en cada caso. ¿Que les parece?
Referencias bibliográficas
Hernández, G. (1998). Paradigmas en Psicología de la Educación. México: Paidós.
Cuadro 1
Resumen de la concepción de aprendizaje en diferentes corrientes teóricas
Teoría
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Concepción del aprendizaje
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Conductismo
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La persona aprendiz es receptora pasiva de instrucciones, que repite de manera fiel los contenidos que se le transmiten. Emplea, para ello, las siguientes habilidades y acciones: ejercitación, generalización, discriminación, extinción y recuperación espontánea de la información, en función de reflejos condicionados.
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Psicología cognitiva
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David Ausubel:
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Psicología Psicogenética
| Jean Piaget:
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Psicología sociocultural
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Fue desarrollada por L. Vygotski. Postula que la persona aprendiz es un ser social, producto y protagonista activa de su propio proceso de aprendizaje, y que éste ocurre gracias a las interacciones posibles en la vida escolar y extraescolar que tiene todo individuo, desde el nacimiento hasta la muerte. Gracias a las características filogenéticas y ontogenéticas de nuestra especie, toda persona es capaz de reconstruir los saberes socialmente relevantes (el conocimiento). No obstante, este proceso no puede hacerlo sola, sino que ello requiere del apoyo de personas que tienen el conocimiento y ya han sido objeto del proceso de conocimiento y aculturación. Gracias a la interacción con otras personas que conocen y saben lo que la persona no sabe, va adquiriendo el conocimiento hasta ganar autonomía relativa a lo largo de la vida, para emprender por sí misma este proceso (Hernández, 1998).
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Constructivismo
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Construccionismo
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