viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Para qué enseñar y aprender Filosofía, Arte y Literatura en nuestro tiempo?


En días pasados el candidato a la presidencia por el partido Patria Nueva, el Sr. José Miguel Corrales, en una entrevista que le hicieron en ocasión de su propuesta de gobierno en áreas estratégicas de desarrollo para el país, afirmó que si fuera presidente, en el caso de tener que decidir entre invertir recursos en educación en el campo de la Filosofía o las ciencias e ingenierías, optaría por las dos últimas, debido a que son las áreas del desarrollo económico que rigen nuestros tiempos. Para sumar a su desafortunada tesis, argumentó que ante una situación de esa naturaleza cerraría la Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica (UCR). Como supondrán, estas aseveraciones de un candidato a la presidencia de la República generaron preocupación y malestar en la comunidad de profesionales de la Filosofía y en quienes somos miembros de la Asociación Costarricense de Filosofía (ACOFI).

A propósito de este tema, se produjo una interesante discusión vía correo electrónico de miembros de ACOFI y docentes de Filosofía de la UCR, donde se expusieron diferentes puntos de vista, así como inquietudes e indignación por lo dicho por el Sr. Corrales, que si bien ofreció disculpas por sus declaraciones en una nota dirigida al M.Sc. Roberto Fragomeno, Director de la Escuela de Filosofía de la UCR, deja muchas dudas sobre el clima político en torno al desarrollo del país, las prioridades de la educación nacional y la formación profesional en el sistema universitario público.

Como profesional de la Filosofía realmente no esperaba un pronunciamiento abierto de un candidato a la presidencia de la República en esa dirección, pero es indiscutible que el país ha sufrido un importante retroceso en la calidad y características de la educación pública, que se manifiesta en reformas típicas de las economías de mercado, donde se considera que la educación debe orientarse a la empleabilidad y la rentabilidad económica, por lo que resulta irrelevante e innecesario que se utilicen recursos, tiempo y espacio de la formación en áreas como Filosofía, Artes y Literatura. Pues bien, esos temas que restan tiempo de la educación pública a la formación para el trabajo, desde preescolar hasta los niveles técnico, parauniversitario y universitario, constituyen los pilares del desarrollo de la inteligencia, la creatividad, el civismo y, en general, del capital cultural de los pueblos, desde que el primer grupo de homínidos caminó sobre la tierra.

Desde la perspectiva contemporánea, países que han alcanzado un alto desarrollo económico y social han mostrado altos estándares de calidad de sus sistemas de educación pública, en particular, en las disciplinas hoy venidas a menos... Entre ellos, destacan los países nórdicos, donde Finlandia ha sido un caso ampliamente estudiado, así que existe suficiente literatura e investigación al respecto, que sería importante que quienes aspiran a la presidencia del país, al menos, conocieran, se informaran y leyeran algo sobre el tema antes de atreverse a conjeturar reformas educativas o acciones gubernamentales en esa materia.

Lamentablemente, como en otras áreas estratégicas del desarrollo socioeconómico del país, la educación se volvió un tema demagógico y botín político, al que se suman y restan ocurrencias de políticos y funcionarios de turno, sin cobrar conciencia de las consecuencias que tiene comprometer la calidad de la educación y la precarización de la profesión docente. Al punto es trivial y poco serio el abordaje del tema, que se intercambia Filosofía por Ingeniería o Música por Física como si tal ecuación fuera posible…

Cuando se escuchan  tesis como la del Sr. Corrales; peor aún, cuando ellas tienen resonancia social y aglutinan grupos importantes de la ciudadanía que los comparten, sólo queda recordar verdades inmensas, salidas de algunas de las mentes más lúcidas y creativas de todos los tiempos: escritores y escritoras, porque la literatura, en el fondo, no es más que Filosofía novelada… En medio del malestar y la amargura, recordé a Milan Kundera, cuando en su novela incomparable La insoportable levedad del ser, nos recuerda por qué la Filosofía ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia evolutiva y, sin duda, seguirá presente a pesar del achatamiento intelectual, moral y cultural que vivimos en estos días poco inteligentes, más bien tristes y desabridos. Novela exquisita y digna de ser leída muchas veces en la vida, recordé una reflexión de uno de sus personajes: Sabina, quien en razón de la creación de una de sus primeras pinturas, cuando aún era estudiante de artes plásticas en un contexto político que dictaba qué era arte, qué era válido representar y qué era verdad… narra lo siguiente:

“Representaba una fábrica en construcción. La había pintado en una época en que la escuela exigía el más severo realismo (el arte no realista era considerado entonces como una subversión del socialismo)… El cuadro se me estropeó. Me cayó una mancha de pintura roja. Al principio estaba muy disgustada, pero luego aquella mancha empezó a gustarme, porque parecía una grieta. Era como si la obra en construcción no fuese una obra de verdad, sino un decorado teatral cuarteado, sobre el cual la fábrica en construcción no estaba más que dibujada. Empecé a jugar con la grieta, a ampliarla, a inventar lo que podría ver a través de ella. Así pinté mi primer ciclo de cuadros, a los que llamé tramoyas. Por supuesto que nadie podía verlos. Me hubieran echado de la escuela. Delante había siempre un mundo realista perfecto y detrás, como tras la tela rasgada de un decorado, se veía otra cosa, misteriosa o abstracta”.

Hizo una pausa y luego añadió: “Delante había una mentira comprensible y detrás una verdad incomprensible”. (Kundera, 2000, p. 70)


En un tiempo extraño, donde  el mundo cotidiano aparece ajeno, distorsionado y vaciado de sentido, la Filosofía emerge sin que la llamen o la enseñen; “aparece” en nuestros pensamientos en situaciones imprevistas: en mitad del desayuno, sembrando, construyendo puentes o cruzando la calle, como una mano generosa que nos brinda ayuda cuando la razón encuentra sus límites y se hunde en la confusión. De suerte que es así; por ello, las pinturas rupestres son Filosofía representada, las obras de Johann Sebastian Bach y de Ludwig van Beethoven Filosofía musicalizada; Stonehenge, la ciudad de Teotihuacán y los Moái de la Isla de Pascua Filosofía hecha escultura y monumento, la predicción de los fenómenos celestes y la Estación Espacial Internacional Filosofía hecha conocimiento científico.

No podemos obviar los avances de la humanidad, tampoco sus retrocesos. Desde este punto de vista, lo comprensible e incomprensible cierran el círculo y, como proponen el Eterno Retorno de Nietzsche o el retorno de lo reprimido de Sigmund Freud, sólo nos queda esperar que la Filosofía innata, producto de la biología humana única e irrepetible expresada en el sistema nervioso central, de la necesidad de nuestra especie de hacer preguntas y responderlas de manera satisfactoria, y de la conciencia y el respeto por la verdad den paso a propuestas más inteligentes, realistas y humanas que las que los políticos dejan caer sobre nuestro asombro, sin pudor ni consideraciones… ¿Qué les parece?

Referencias bibliográficas 

Kundera, M. (2000). La insoportable levedad del ser. Barcelona: Tusquets.

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