1. Introducción
Desde los inicios de la Era Industrial, en el siglo XVIII, fue evidente el acelerado aumento de los requerimientos de educación en todos los estratos sociales, para que las personas fueran social y económicamente funcionales en el nuevo contexto sociohistórico y se apropiaran de los beneficios culturales y políticos de los sistemas de gobierno representativos y la economía de libre mercado. Desde entonces, la alfabetización y el aumento sostenido de documentos escritos para organizar, administrar, legitimar y legalizar las diferentes actividades económicas y sociales implicaron que los incipientes estados asumieran como una función propia, el interés público de educar a la ciudadanía. De esta forma, los sistemas educativos han evolucionado y se han diversificado, cubriendo diferentes sectores sociales y grupos etarios muy diversos, desde la infancia temprana hasta la adultez. Con el inicio de la Modernidad, la educación no sólo se convirtió en un Derecho Humano inalienable y en un deber del Estado, sino también en una condición para ser “incluido” en la sociedad.
Debido al avance social y económico de los últimos 30 años, que desencadenó el fenómeno conocido como Globalización, y a la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación digitales (TIC), que impactó todas los ámbitos de la acción humana, cambiaron de manera radical las demandas educativas de la población en todos los rincones del globo. En la Era Moderna, la educación estaba diferenciada por niveles, y la educación superior era el último de ellos, permitiendo a quienes accedían a ella los mejores perfiles educativos y profesionales que, a su vez, daban acceso a trabajos bien remunerados, tanto en el nivel público como privado.
Por el contrario, en la Posmodernidad la dinámica propia de la economía globalizada, la rápida obsolescencia del conocimiento y el acelerado cambio de la estructura laboral producto de los rápidos avances científicos y de la innovación tecnológica elevaron los requerimientos de formación a toda la vida. Estas características de la nueva sociedad, incrementaron las demandas educativas de las personas adultas y ello ha implicado desafíos para los sistemas educativos existentes, en particular, para la educación a distancia; entre ellos, investigar y comprender cómo aprende el ser humano en la fase adulta y desarrollar enfoques teórico-metodológicos de enseñanza coherentes con las características, necesidades e intereses educativos de esa población.
2. El aprendizaje en las personas adultas
Los hallazgos de investigación sobre el aprendizaje en las personas adultas, en particular, el trabajo de Malcolm S. Knowles, publicado en un texto que se convirtió en pivote de la explicación de ese fenómeno, titulado: Andragogía. El aprendizaje de los adultos, indican lo siguiente:
- La persona adulta tiene una alta predisposición para aprender, debido a la toma de conciencia de su necesidad de someterse a un proceso de aprendizaje, para satisfacer necesidades e intereses personales.
- La base epistemológica de la Andragogía es el Humanismo, ya que se asume que toda persona es capaz de actualizar su potencial, así como de ser consciente de sus necesidades e intereses y, en consecuencia, de actuar en concordancia con ello.
- La persona adulta posee experiencias previas que sirven de referentes para relacionar y aprehender los nuevos conocimientos.
- La persona adulta tiene capacidad intrínseca para su motivación por aprender, debido a requerimientos externos (laborales, personales); pero, especialmente, por situaciones internas, entre ellas: autoestima, reconocimiento de otras personas, mejora calidad de vida, aspiraciones personales, etc.
- La persona adulta sabe lo que quiere y necesita y su interés es un factor que influye positivamente en su proceso de aprendizaje. En consecuencia, la intervención educativa debe llenar las expectativas de aprendizaje de la persona adulta para que su motivación no se vea afectada.
Como resultado de las características mencionadas, se afirma que:
- El aprendizaje de la persona adulta se debe organizar y conducir a través de tareas puntuales debidamente especificadas que permitan al estudiantado percibir la utilidad inmediata de los conocimientos nuevos.
- En los procesos de enseñanza de personas adultas, se deben incluir actividades y ejemplos de situaciones reales para ser analizadas en relación con el proyecto de vida y las experiencias previas del estudiantado.
Los hallazgos de investigación también señalan que existen desafíos específicos para propiciar procesos de aprendizaje en esta población, debido al arraigo de ideas y valores previos. Al respecto, un desafío ineludible de la educación a esta población es crear “conflicto” o “desequilibrio cognitivo” y revisar críticamente los conocimientos anteriores para generar el “desaprendizaje” y favorecer la adquisición de conocimientos nuevos. Se sabe que entre mayor educación ha recibido una persona adulta, más difícil es que “desaprenda” y relativice sus compromisos con los saberes y valores adquiridos. Por ello, el desaprendizaje es un eslabón crítico en el aprendizaje y reaprendizaje de las personas adultas, que se debe tener presente al diseñar procesos de enseñanza y aprendizaje para esta población.
3. El modelo andragógico y el diseño pedagógico para favorecer el aprendizaje en personas adultas
Para actuar en concordancia con las características del aprendizaje en personas adultas, en el diseño de la enseñanza para esta población es indispensable la utilización de técnicas fundadas en la experiencia que involucren activamente al estudiantado. El aprendizaje significativo presupone tres tipos de conocimiento: el saber (conocimiento previo), el saber hacer (la habilidad o capacidad para hacer algo) y el saber ser (actitudes). Jack Mazirow sostiene que la persona adulta aprende cuando da un sentido a su aprendizaje y aporta cambios en su vida a causa de ellos.
Debido a las características del aprendizaje en personas adultas, se han desarrollado varios modelos pedagógicos para atender las necesidades educativas de esa población; entre ellos:
1. Los modelos de aprendizaje experiencial (representados por Dewey y la corriente humanista), que promueven métodos que favorecen que el estudiantado desempeñe un rol activo y que base su aprendizaje en la acción. La pedagogía experiencial favorece la puesta en práctica de los nuevos aprendizajes, a partir de un ajuste personal de la relación entre teoría y práctica.
2. El modelo estructural de aprendizaje experiencial (David Kolb), que incluye la experiencia concreta, la observación reflexiva, la conceptualización abstracta y la experimentación activa.
Estas propuestas conectan el aprendizaje con la experiencia y situaciones reales de las personas que aprenden. Para ello, se proponen estrategias de enseñanza como: la discusión en grupo, el estudio de casos, las demostraciones, el juego de roles, los ejercicios de habilidades prácticas y el aprendizaje por proyectos. Esta última metodología de enseñanza permite la conexión con los contextos sociolaborales y culturales concretos y se asocia a la práctica y la innovación, así como a formas de organización flexibles, abiertas y orientadas a la solución de problemas en el proceso de aprendizaje.
Todo proceso de enseñanza para personas adultas se debe diseñar para desarrollar y fortalecer la autonomía en el aprendizaje de la persona a lo largo del proceso de formación.
Debido a que en la Educación a Distancia (EaD), se parte del supuesto de que existe autonomía en el estudiantado para llevar a cabo el proceso de aprendizaje y que esta es una condición para lograr los objetivos educativos en esa modalidad de enseñanza, los hallazgos de investigación sobre el aprendizaje de personas adultas deben ser el punto de partida para el diseño de estrategias de enseñanza.
Toda propuesta educativa en educación no formal y en EaD, que tenga como impronta la autonomía del estudiantado y se base en actividades de aprendizaje que relacionen el conocimiento, valores y experiencia previos del estudiantado con los conocimientos nuevos, para aplicarlos a situaciones reales y situadas cumple con los requerimientos básicos para favorecer el aprendizaje en personas adultas.
Toda propuesta educativa en educación no formal y en EaD, que tenga como impronta la autonomía del estudiantado y se base en actividades de aprendizaje que relacionen el conocimiento, valores y experiencia previos del estudiantado con los conocimientos nuevos, para aplicarlos a situaciones reales y situadas cumple con los requerimientos básicos para favorecer el aprendizaje en personas adultas.
Referencias bibliográficas
Knowles, M. (2001). Andragogía. El aprendizaje de los adultos. México: Oxford University Press.
López, E., Barajas, Ma. del C., Albert, Ma. J. y Ortega, I. [Coord.]. (2009). El paradigma de la educación continua. Reto del siglo XXI. Madrid: Narcea.
López, E., Barajas, Ma. del C., Albert, Ma. J. y Ortega, I. [Coord.]. (2009). El paradigma de la educación continua. Reto del siglo XXI. Madrid: Narcea.
Rubio, Ma. J. y Monteros, S. (2002). La exclusión social. Teoría y práctica de la intervención. Madrid: CCS.
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